Bueno, y como el capítulo anterior se me olvidó dedicarlo, lo pongo aquí.
El capítulo 14 está dedicado a Sandra Gómez, mi hermana, que me ha apoyado siempre y con todo. En serio, no sé cómo llegué a conocerte, pero fue genial. Te quiero.
Este capítulo se lo dedico a Vera, que también ha sido una gran ayuda, que me halaga cuando no es necesario (¬¬), y con la que me encanta hablar, porque es como una segunda hermana pequeña, pero que no molesta ^^ Gracias<3
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Capítulo 15.
Pasaron unos segundos de oscuridad hasta que mis ojos se
acostumbraron a la leve luminosidad de la habitación.
Frente a mí, Ancel tenía el miedo impreso en la mirada. Y,
tras él, había una tercera figura, que nos miraba a ambos con unos gélidos ojos
oscuros.
Lucifer.
Una sonrisa que me puso los pelos de punta le cruzaba la
cara, y, al estar sumido entre las sombras que proyectaban las paredes, solo
sus ojos y su sonrisa se veían bien.
Ancel se giró, encarando a su Señor, pero no dijo nada.
Lucifer dio un paso hacia delante, y tuve que contenerme
para no retroceder o hacer algo que empeorara las cosas.
“¡Sabía que esto era ilegal!”, pensé.
Satanás levantó un brazo, y Ancel movió ligeramente su mano
hacia la empuñadura de Musitel, por precaución.
Pero, para nuestra sorpresa, Lucifer aplaudió.
Ancel y yo nos miramos con el entrecejo fruncido, confusos,
sin llegar a entender qué podía estar pasando.
La amenaza implícita de sus palabras en la visión de los
recuerdos de Ancel o Lucifer no se parecía en nada a lo que estábamos viendo.
¿No estaba enfadado? ¿Ni siquiera un poco molesto? Y, además, ¿aplaudiendo? Esto no tenía ni
pies ni cabeza.
–Me parece asombroso lo que has hecho, General. Digno de mis
aplausos.
Ancel apretó los labios, sin responder. Pude ver la
desconfianza pintada en su rostro mientras esperaba a que fuese la única que se
hubiera dado cuenta de su reacción.
–Realmente, me has sorprendido, joven. Has sido capaz de
invadir mi cabeza, pero me subestimas. Soy más fuerte de lo que tú y tu amiga
creéis.
–Leyna también es más poderosa de lo que ninguno cree
–intervino Ancel, desafiante.
Sin embargo, fue el primer mal movimiento que hizo Ancel en
toda su estancia en el Infierno, llevado por la notable ira que crecía en su
interior.
–¿Ah, sí? –replicó Satanás, con una extraña sonrisa–. No me
estarás ocultando algo, Capitán.
La amenaza impresa en sus palabras se podía hasta tocar.
Pensé que Ancel vacilaría, que sacaría a la luz mi poder,
pero se limitó a sostenerle la mirada y responder con voz firme:
–No, Señor.
–Más te vale, joven –respondió Lucifer, borrando por fin la
sonrisa.
Y entonces, desapareció, como si fuera humo.
Ancel y yo cruzamos una mirada rápida, que significaba
muchas cosas.
–Ven –dijo, mientras hacía girar el pomo de la puerta.
–¿Adónde vamos? –inquirí, tratando de seguir su paso rápido
por el largo pasillo.
Habíamos ido hacia el lado derecho, que llevaba a tres o
cuatro puertas cerradas.
Ancel atravesó una colocada al final a la izquierda sin
responder a mi pregunta. Resoplé por el esfuerzo y la frustración y me apresuré
a seguirle.
Entramos en una sala polvorienta, sin tapizar, cuyos muebles
eran del año de la polca y, de no ser inmateriales, se habrían caído a pedazos
hacía muchos siglos.
Una fila de perchas adornaba una de las paredes, mientras
que en la otra había colocada una especie de pizarra antigua. Mesas, o restos
de mesas, estaban aglomeradas por toda la habitación.
–Una clase –susurré.
–Lo era –respondió Ancel entre jadeos, mientras buscaba
algún punto entre las montañas de mobiliario.
–Si me dices lo que buscas, a lo mejor te puedo ayudar –le
dije.
–Bueno, pues si encuentras una maldita compuerta, dímelo.
Suspiré. ¿Adónde me llevaba?
A pesar de mi creciente frustración, me puse a observar cada
tabla del suelo en busca de algo que me indicase la presencia de una salida
hacia algún lado.
–¿Cómo sabes que hay una compuerta? ¿Es que nunca la habías
abierto o algo?
–Lo sé porque desde mi cuarto se ve –su respuesta me
sorprendió.
Seguimos buscando en silencio, hasta que vi algo que me
llamó la atención.
Cuando fui a andar, tropecé y me tuve que agarrar a una de
las perchas, que cedió bajo mi peso.
Un sonido chirriante penetró en mis oídos mientras me
recomponía.
Ancel miraba un gran boquete en el suelo, que daba a una cama
parecida a la mía.
Luego, sus ojos ascendieron, buscando los míos. Frunció el
ceño.
–Al final nos ha venido bien tu torpeza –una sonrisa torcida
volvió a aparecer en su boca.
Yo sonreí también y me acerqué para mirar por el agujero. La
habitación estaba en penumbra, por lo que solo pude distinguir el colchón.
Ancel me dio un empujón desde atrás que me hizo perder el
equilibrio y vencerme hacia delante, cayendo a su habitación.
El impacto me dejó sin aire, pero no me hice daño. Tendría
que conseguir un colchón tan blandito como el que tenía Ancel.
–No te hará falta –respondió mientras caía con perfecta
gracia a la cama.
Noté cómo el colchón se hundía bajo su peso.
Luego, ambos nos levantamos y Ancel se puso a rebuscar entre
cajones, baúles y algún que otro arcón que había en la grande habitación.
–¿Por qué tu habitación tiene más espacio?
Ancel levantó la cabeza y señaló con el dedo una de las
paredes. Al principio no supe qué quería decir con eso, pero cuando me acerqué,
lo comprendí todo.
Absolutamente toda la pared estaba recubierta de arañazos,
cortes y golpes, seguramente de Musitel o los propios puños de Ancel.
–Llevo tiempo esperando a que la palmaras –susurró.
Yo me volví en redondo.
–¿Por qué?
–Para poder escapar de este lugar infernal. Literalmente
–añadió.
–¿Escapar? ¿Por qué? –repetí.
–Sencillamente, porque Satanás está cambiando. Después de
ganar esa batalla, se hizo muy poderoso. No sabes a cuántos Purgadores
Conversos ha mandado al Limbo.
–¿Purgadores Conversos?
–Si un Alma es atravesado por la espada de un Purgador, el
primero sufre un cambio y se Convierte en uno de nosotros. Y viceversa.
«Después de que Dios repartiera su esencia a los Almas,
vinieron más. Satanás nos ordenó que matásemos únicamente a los que tenían el
poder divino, alegando que eran los fuertes.
«Y era verdad. Eran los más poderosos. Pero a Lucifer no le importaba
nuestra victoria. Desapareció de la pelea, dejándonos allí, mientras segábamos
espíritus. Se dirigió al lugar donde aparecen todos los Conversos y comenzó a
absorber su energía Celestial y mandarlos al Limbo para evitar que le
delataran.
–Entonces…
–Satanás esconde muchos secretos –me cortó–. Más de los que
yo nunca sabré. Y tiene mucho poder. Pero lo que lo hace peligroso es su ansia.
Sus ojos se trabaron con los míos, y el color ambarino
relució bajo la penumbra.
–Hay que deshacerse de él, Leyna. Tienes que ayudarme a
liberar al Infierno.
Me quedé callada, sin saber qué hacer o decir.
No conocía la magnitud del asunto. De hecho, no tenía ni
idea de nada, pero sabía que nosotros dos solos no íbamos a hacer nada.
–No te preocupes. Hay muchos, muchísimos, de mi lado. Leyna…
–sus ojos demostraban sinceridad, y, además, no soportaría la idea de separarme
de Ancel.
–¿Cuándo empezamos?
De su habitación habíamos bajado al sótano, donde se
encontraba la Sala de Entrenamiento, que en ese momento estaba vacía.
–Como aquí no nos cansamos, tienes que incrementar tu
energía al máximo, tienes que adquirir poder –explicó a Ancel, mientras
repasaba cada arma colgada de la pared–. Además, necesitas rapidez, agilidad,
para ganar a un adversario como yo.
Por fin, terminó de observar las hachas, espadas, mazas,
escudos y demás armas que había en la sala.
–Qué modesto –ironicé.
Él esbozó una sonrisa torcida y agarró una espada que de
solo verla se me caían los brazos. La examinó con un brillo de admiración en
los ojos, y en ese momento supe que hasta mi llegada, su vida había estado
rodeada de armas y peleas.
Pasamos casi seis horas luchando, en las que Ancel me
derrotó como unas tres mil quinientas millones de veces.
No obstante, aprendí estrategias, pasos y cómo sujetar una
espada, por lo que el entrenamiento –o tortura para Leyna– dio sus frutos.
Ancel me miraba desde la otra punta de la sala, examinando
cada milímetro de mi cuerpo. Ya no me intimidó su mirada.
–Ven –dijo–. Quiero enseñarte cómo coger el arco. Será muy
útil cuando nos marchemos.
Aquello me cogió por sorpresa.
–¿Marcharnos? ¿Cuándo? ¿Adónde?
En ese momento, un ruido leve nos sobresaltó a ambos.
Nos giramos hacia la puerta, de donde había salido el
pequeño sonido.
Solos tuvimos tiempo de ver un trozo de túnica azul oscuro,
pero ambos la reconocimos al instante.
El miedo se apoderó de mi estómago y Ancel me dirigió una
mirada que significaba que él sentía lo mismo.
–Nos vamos ya –dijo, mientras echaba un último vistazo al
lugar en el que había estado Satanás unos minutos antes.
Me ha encantado el capitulo de verdad, muy bueno.
ResponderEliminarTe expresas muy bien, y tienes un vocabulario muy amplio.
Se que estaras pensando en que te saque algún fallo para mejorarlo, de ls errores se aprende, eso dicen, peroo ahora no se me ocurren, si eso te digo jajaja.
Genial, como siempre
Gracias por dedicarme el capítulo. Es todo un orgullo :DD ¡Te halago porque te lo mereces! Soy tu hermanita wii!! ajja xD A mí también me encanta hablar contigo. ^^ Gracias a ti, preciosa ;)
ResponderEliminarBueno, ya sabes que por mi vaguedad absoluta te comentaba por chat y no por el blog jeje xD Pero ya que te han ido abandonando... (no entiendo por qué, aunque yo creo que es también por vaguedad absoluta porque seguro que lo seguirán leyendo y les seguirá encantando) voy a poner un comentario larguito de los que te mereces ^^
Cuando Lucifer ha aplaudido me recuerda a lo que pasa casi siempre en las películas, cuando los malos pillan al bueno haciendo algo ilegal, y entonces aplauden su gran atrevimiento pero luego llega el castigo de verdad...
Yo soy tan torpe como Leyna ajajaja xD
Ya estás empezando a atar cabos sueltos y a resolvernos dudas.
El ansia de poder de Lucifer la tienen todos los reyes y gobernantes, básicamente, es normal. xD
Te lo resumo en una palabra: ALUCINANTE *-* ¡Sigue dejándonos con la boca abierta!
¿Adónde se van? ¡Oh, quiero saberlo ya! Me tienes intrigada, sube el siguiente capi pronto, por fa ;)
Primero, gracias por dedicarme el otro capítulo, te quiero hermana.
ResponderEliminarYa sabes lo que te digo siempre, y es que no hay nada más que decir, me sorprendes casa vez más y cada vez me gusta más tu forma de expresarte, de escribir y de contar hasta el más mínimo detalle.
Pues eso, el capítulo de hoy me ha encantado, esperaba "algo más" entre ellos, pero después de leer Hush Hush... ¿Quién no? xD Pero en general me ha encantado y me sigues sorprendiendo.
Sigue así, vales millones.
Asdfghjklñasñdfklajsfñ, un capítulo genial, como siempre. Me has vuelto a dejar con la intriga, ¿qué hará Satanás? Y si los pilla, ¿puede matarlos? Por eso de que ya están muertos y demás... Buf, no sé. En resumen, me sorprendes cada capítulo y cada vez me engancho más, un beso :)
ResponderEliminarHola! Hace mucho que no comento pero he vuelto y ya me he puesto al día con todos los capítulos!! Me encantan me encantan y algunas veces se me olvida que es un blog y no un libro y pienso para mí "Que bueno es este libro" Seguro que algún día muchos libros tendran tu nombre, en mi opinión vas por buen camino. ;)
ResponderEliminarY este capítulo....ESTOY EN SHOCK! ¿Donde van?, ¿Porque Lucifer en vez de matarlos ahí mismo se fue?, ¿Se pueden esconder de Lucifer en el infierno?
Si te digo que no puedo esperar al siguiente capítulo creeme.
Mucho te han dicho ya,sabes que me cuesta,no me gusta ir por capítulos,pero reconozco que cada vez me gusta más y veo una historia potencialmente publicable...enhorabuena y adelante!!!
ResponderEliminarEs una continua tension!! Creo que por mucho que Leyna se fié de Ancel, yo no confió totalmente en él, es decir, hace unos momentos estaba del lado de Satanás y ahora quiere deshacerse de él?? Además, Leyno confía en él sólo porque le gusta y eso le nubla la visión... Y bueno, aunque adoro a Ancel, no se, tiene algo que no acabo de ver. Me encanta como te expresas, pareces una autora profesional jaja ;)
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