¿Qué te parece la historia

jueves, 15 de mayo de 2014

Capítulo 16.

¡Hola! ¡Feliz día de San Isidro si vives en Madrid! Yo no he tenido cole uajaja :3 En fin, traigo un 16 con una pequeña sorpresita y un Ancel muy cabreado. ¿Queréis saber por qué? Leed :) ¡Pero todavía no! Tengo cosas que decir. La primera es que, como siempre, quiero comentarios. Tres por lo menos. La segunda, y creo que os va a gustar, es que me dejéis vuestros correos en comentarios o por cualquiera de las redes sociales que tengo para la novela. Tengo un regalito ^-^ Y bueno, creo que eso es todo... Siento que se me olvida algo, pero no sé el qué. ¡Ah! Otra cosa. Este capítulo no va repasado, porque tras 230 páginas, he llegado al punto de la novela en la que todo lo que escribo me parece una mierda y me aburre, así que, si leo lo que llevo escrito, me deprimo y me entran ganas de dejar de escribir, pero no lo haré. No otra vez. Así que, siento los fallos. Disfrutad :) ¡Oh, no! ¡Esperad! Ya me acuerdo. Pasaos por aquí y dadme vuestra opinión, que cuando lo termine va a concurso^^ ¡Gracias! Invisible.

Este capítulo va dedicado a Pat, que tanto me amodia. Yo también te amodio, falsa Clary y anatidaefóbica (como yo) :) En fin, gracias por todo ^^

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Capítulo 16.
Ancel me condujo –o me arrastró– por un entramado de pasillos en el que me perdí en seguida.
Cuando ya llevábamos al menos veinte minutos caminando, se detuvo casi de golpe, lo que hizo que casi me chocara contra él.
 –¿Qué? –pregunté, tratando de encarcelar las emociones en una caja cerrada con llave. Me había prometido que no sacaría conclusiones precipitadas.
–La puerta está abierta –susurró Ancel.
Por el tono de su voz, pude descubrir que lo más habitual era encontrarse con la puerta cerrada a cal y canto, lo cual me extrañó, porque la verdad era que no tenía ni idea de adónde daba.
–¿Qué hay detrás?
–Ahora, oscuridad –noté la sonrisa torcida de Ancel.
–Tengo ojos, genio. ¿Qué hay en esa oscuridad?
–Se supone que el establo.
Abrí los ojos.
–¿Y qué pasa porque la puerta del establo esté abierta? A lo mejor alguien se ha olvidado de cerrar porque se le escapaba el caballo.
–Ese es el problema –dijo Ancel, como si fuera obvio,  aunque yo seguía sin verlo–. Que solo hay un caballo ahí dentro.
Y sabía perfectamente quién era. Ares.
Ancel y yo cruzamos una mirada.
–¿Quienquiera que sea el que ha abierto la puerta, crees que seguirá ahí dentro? –inquirí, mientras más preguntas se me venían a la mente. ¿Qué estará haciendo? ¿Quién puede entrar a la sala?
Ancel echó un raudo vistazo a la rendija entreabierta de la puerta, que permitía ver una franja de oscuridad completa. Luego, volvió a posar sus ojos en mí, con una sonrisa de medio lado que me puso los pelos de punta.
–¿Por qué no me lo dices tú? –dijo.
–¡Ah! Por eso tu sonrisa malvada –arqueé las cejas.
Él rio levemente, pero no contestó.
Me quedé un rato con la mirada puesta en sus extraños ojos ambarinos, cubiertos ahora por una cortina de flequillo color castaño.  Después me volví hacia la puerta entreabierta y saqué mi poder.
Cerrando los ojos, porque me resultaba más fácil y cómodo, extendí mi habilidad por toda la sala, esparciéndola por cada rincón.
Como solo percibía esencias, no pude averiguar qué tamaño tenía la sala o cuál era su forma. No obstante, tampoco sentí ninguna presencia.
Retiré mi poder y me giré hacia Ancel.
–Nada –dije, como respuesta a sus interrogantes ojos.
–Pues entremos –contestó, dispuesto a echar a andar hacia el establo.
–No, Ancel, no lo entiendes –le cogí del brazo–. Ahí dentro no hay nada.


–¿Dónde estamos? –pregunté.
Ancel se hallaba a mi lado, en cuclillas, inspeccionando el pequeño –pequeñísimo– cuarto en el que estábamos.
–Bajo la habitación de Nergal.
–Oh, bien, genial, ¿qué vamos a hacer aquí, eh?
Ancel sonrió sarcásticamente.
–¿Tú qué crees? –arqueó una ceja y añadió–: Vamos a hacer un trío.
Fruncí el ceño ante la broma, que no tenía nada de gracia.
–Le voy a partir el cuello a ese mamón como me entere de que me ha robado el caballo –aclaró, haciendo un gesto con la mano.
–Eso suena mejor.
Ancel reprimió una sonrisa y se volvió hacia el techo, al tiempo que un ruido sordo, como de una puerta cerrándose de un portazo, penetrara en nuestros oídos.
Ancel se quedó quieto, a la espera de escuchar algo más. Se volvió hacia mí y se colocó el dedo sobre los labios, indicándome que guardara silencio.
Yo asentí y decidí ser de ayuda. Tiré del calor que advertía la presencia de mi poder y lo expandí hacia arriba.
Al principio no noté nada, pero conforme lo iba moviendo a lo largo de la habitación de Nergal, sentí dos esencias, una increíblemente poderosa.
Satanás y Nergal se hallaban arriba.
Cuando retiré mi habilidad y abrí los ojos, Ancel me estaba mirando.
–¿Qué? –susurré.
–Es solo… tu energía –respondió, con el mismo tono de voz.
Bajé la mirada para intentar comprender lo que Ancel señalaba, pero no vi nada que me llamase la atención.
–Es más grande –aclaró.
Fruncí el ceño. ¿Mi energía más grande? Eso era una estupidez.
No obstante, cuando iba a preguntar, las voces de arriba llegaron bien a mis oídos, por lo que callé y me dispuse a escuchar.
–¿Lo tienes? –Lucifer parecía satisfecho.
–Así es. ¿Cuándo conseguiré mi parte del trato? –respondió Nergal, cuyo tono de voz sonaba más bien molesto.
–Cuando me haya asegurado de doblegarlos.
–¿Creéis que será posible? Quiero decir, ya habéis visto a la chica, y ni siquiera ha empezado a ser entrenada.
–Los humanos son simples, Nergal, nunca lo olvides. Ancel me obedecerá en cuanto yo tenga algo que le pertenece. Las amenazas siempre funcionan.
–Como digáis, Señor –masculló Nergal.
–¿Dónde está, chico? ¿Dónde lo tienes? –preguntó Lucifer.
–Está en una cabaña en las lindes del bosque, bien atado. Voy para allá ahora mismo con un par de soldados.
–¿Un par de soldados? Llévate a uno de mis guardias personales.
–Prefiero llevarme a dos soldados, Señor –replicó el niño.
–Créeme, Nergal. Prefieres llevarte a uno de mis guardias, que no le ha jurado lealtad a Ancel y que no acatará ninguna de sus órdenes.
Lo siguiente que se oyó fue la puerta cerrándose, aunque las tablas del techo de la habitación en la que estábamos crujieron bajo el peso de quien supuse que era Nergal.
Tras unas vueltas por todo su cuarto, el ruido de la puerta volvió a oírse, y todo se quedó en silencio de nuevo.
–Cabrón de mierda –masculló Ancel.
–¿Quién? ¿Nergal o Lucifer?
–Nergal. Lucifer sería un cabronazo.
Reprimí la risa.
–¿Qué vamos a hacer ahora?
Los ojos de Ancel adoptaron un brillo malicioso.
–Vamos a recuperar mi caballo.


Llevábamos casi dos horas andando, y, aunque no podía sentir cansancio, empezaba a hartarme de tanta superficie lisa y blanca.
Habíamos salido del Infierno Ciudad, según lo que me había contado Ancel. El plano entero era el Infierno, y aunque antes la ciudad era llamada Capital, pronto se había pasado a denominarse Infierno, ya que no mucha gente salía de allí.
No obstante, lo único que importaba es que seguíamos en el territorio de Lucifer, pero lejos de su alcance.
Supuestamente.
Por fin, tras media hora más, las sombras de árboles bastante altos nos acogieron. Algunos arbustos reposaban también sobre la superficie inmaculada.
–¿Cómo es posible? –susurré, más para mí que para Ancel, mientras observaba las plantas.
–No son almas. Simplemente, han removido la materia para hacer las figuras y simular un bosque, pero no tienen ninguna energía –contestó Ancel.
Asentí levemente, apartando por fin la mirada de la frondosa vegetación, que tan real parecía. Sin embargo, mi amigo llevaba razón: ninguna energía manaba de los árboles y arbustos.
–Vamos –dijo Ancel, echando a andar hacia el interior del espeso bosque.
Anduvimos largo rato en silencio, donde solo el suave roce de nuestras pisadas era audible.
Finalmente, fui yo quien habló primero:
–A ver si lo he comprendido –Ancel me miró con el ceño fruncido, hasta que entendió por dónde iban los tiros–. En el Otro Lado hay dos tipos de espíritus, los Almas y los Purgadores, que recuerdan y conservan parte de su humanidad –leve asentimiento por parte de mi compañero–. Hace mucho se inició una guerra porque los Almas nos consideraban peligrosos al poder interactuar con el mundo de los vivos, ¿verdad?
–Así es.
–Dios entró en cólera y le declaró una guerra eterna a Lucifer, que ahora se ha vuelto majareta y su sed de poder le está destruyendo a él y a nosotros.
–Básicamente, sí.
–Entonces, ¿lo he entendido bien?
–Bueno, todavía hay cosas que… –se calló de repente, volviéndose con una velocidad impresionante hacia un punto en la espesura del bosque.
–¿Qué…?
–¡Shh!
Sacudí la cabeza e intenté escrutar la maleza para ver algo, pero la vegetación parecía taparlo absolutamente todo.
Sin embargo, pronto empecé a oír el leve sonido de pisadas, que poco a poco iba aumentando hasta hacerse claramente audible.
 Luego empezaron las voces, que, aunque aún no se escuchaban lo suficientemente bien como para poder distinguir lo que decían, sí eran lo bastante altas para decir a quién pertenecían.
Y una era la de Nergal.
Percibí una sonrisa en el rostro de Ancel, una que no auguraba nada bueno. Al menos, no para el chico que había robado a Ares.
 –¿Qué vamos a hacer? –susurré lo más bajo que pude.
–Tenemos que acercarnos más –respondió Ancel en el mismo tono.
Así que, agachados y procurando no hacer demasiado ruido, seguimos los sonidos de las pisadas, cuyos dueños no parecían haber advertido un peligro inminente.
En mi mente, la actividad no era poca.
Diferentes cosas me pasaban por la cabeza, pero todas estaban relacionadas con algo. O, mejor dicho, alguien. Ancel.
Recordaba las veces en las que sus manos habían estado en contacto con mi cuerpo en el insuficiente entrenamiento que me había impartido, y eso me llevaba a pensar en lo que había sucedido en mi habitación antes de que Nergal lo interrumpiera y lo que hubiera podido pasar después. Además, Ancel aún no había sacado el tema, y, aunque teníamos asuntos más importantes entre manos, yo no podía evitar preguntarme qué había significado para él.
Un nuevo ruido me sacó de mi ensimismamiento, y, cuando me quise dar cuenta, Ancel ya no estaba a mi lado, sino completamente ensartado en una pelea contra Nergal.
Los hombres de Lucifer que le acompañaban se encontraban en el suelo, al parecer, golpeados por la empuñadura de Musitel, cuyo dueño se movía nuevamente a una velocidad vertiginosa.
Nergal parecía encontrarse en apuros. Sus ojos, llenos de preocupación, intentaban captar los ataques de Ancel para poder esquivarlos a tiempo, y, a pesar de que lo conseguía, iba demasiado justo. Tanto, que, de hecho, en uno de los golpes Musitel alcanzó el costado del chico, que reprimió un alarido mientras daba un traspiés.
En ese momento, Ancel alzó a Musitel, para trazar un arco casi perfecto en el aire antes de acabar contra el cuello del rival, que se encontraba en el suelo, bien sujeto bajo el pie de mi compañero.
De pronto, sentí que debía hacer algo. No podía quedarme mirando sin más, mientras Ancel lo hacía todo. No iba a ser una niñata malcriada que solo sabe llorar. Iba a hacer algo de ayuda.
Salí de mi escondite tras los arbustos y rodeé a Nergal y Ancel, quien me lanzó un breve vistazo apenas notable y luego volvió a posar su mirada sobre el chico de pelo negro, cuyo traje estaba arrugado. Las gafas de pasta descansaban sobre el suelo a poca distancia de donde estaban ellos.
Capté un movimiento en la mano de Ancel, que sacó un puñal de su cinturón y señaló una dirección. Posteriormente lo acercó peligrosamente al otro chico.
Supe qué había significado el acto de Ancel, y también supe que él sabía perfectamente adónde me dirigía y qué pensaba hacer.
Así que me encaminé hacia el lugar que había señalado la punta del puñal, dejando también intimidad a Ancel, pues tenía la certeza de que se lo haría pagar a Nergal.
Apartando ramas y demás maleza, y recibiendo numerosos arañazos que no me importaban lo más mínimo, me abrí camino a un pequeño claro, en cuyo centro había un pequeño establo, al parecer construido con madera.
No me preocupé en esconder mi presencia allí, pues algo me decía que no había nadie en los alrededores aparte de Nergal y Ancel, cuyas palabras eran levemente audibles.
Empujé la vieja puerta, que emitió un suave crujido al abrirse, y pasé al oscuro interior del establo.
Notaba las paredes polvorientas, iluminadas por los escasos rayos de luz blanca que conseguían infiltrarse entre las grietas de la desgastada madera.
Busqué a tientas al semental de Ancel, al que tan mal parecía caerle.
El maldito animal ni siquiera se movía, pero, de alguna manera, yo sabía que estaba allí.
Era como si Ares llevara una parte de Ancel, al cual yo estaba unida.
De todas maneras, estaba allí. Yo lo sentía, pero el condenado caballo ni se movía ni hacía ruido para advertirme de su presencia, por lo que tuve que avanzar a oscuras, tocando y caminando con cuidado y endiabladamente despacio para no chocar con nada.
Cuando finalmente decidí recurrir a mi poder, una sombra cubrió la pared que estaba justo delante de mí.
Abrí los ojos sorprendida, y me quedé inmóvil. Ahora sí que resultaba verdaderamente útil no tener un corazón martilleando desbocado y una respiración que contener.
Sentía una presencia detrás de mí, muy pegada, con una energía peculiar. No obstante, debido a un miedo creciente, seguí sin hacer nada, barajando bien mis opciones antes de hacer un movimiento.
No obstante, en ese momento, un gran cuerpo negro entró en mi campo de visión de repente, haciéndome soltar un chillido histérico y pegar un brinco bastante cómico hacia atrás.
La ira se desató en mi interior, clavando una mirada iracunda en el condenado semental de Ancel, cuyos ojos ahora emitían un brillo divertido y burlón.
–Realmente se nota que eres su caballo –comenté, sin despegar todavía mis ojos de los suyos.
Me acerqué un poco, rozando su suave pelaje del color del ébano, que ahora apenas resultaba visible.
–¿Crees que si le pidiera un escarmiento a tu amo, se reirá más de la cuenta? –le pregunté a Ares.
Obtuve un movimiento de cabeza como respuesta, que no era poco.
Ahora sí, saqué mi poder y lo utilicé para comprobar mis sospechas: Ares estaba atado.
Una improvisada cabezada le unía a la pared, y, aparte de encontrarse en una especie de cuadra, varias cuerdas estaban enrolladas alrededor de sus patas, impidiéndole moverse.
Tardé varios minutos en desatarle entero, pero cuando lo conseguí, le guie hacia donde recordaba que estaba la puerta.
Ancel esperaba en el exterior, con la típica sonrisa burlona adornándole el rostro.
–¿Dónde está Nergal? –inquirí.
La sonrisa de su boca se ensanchó hasta alcanzar proporciones demasiado grandes para su cara.
–Lamentablemente, no está donde debería estar, que es pudriéndose en el limbo, pero le he dejado una marca y le he obligado a enseñársela a Satanás, lo cual es genial, porque así matamos dos pájaros de un tiro –concluyó.
Sacudí la cabeza, reprimiendo una sonrisa.
–A veces empiezo a pensar que no eres más que un asesino psicótico.
–Es probable que esté en camino de serlo –otra sonrisa.
Suspiré.
–¿Y de ser un completo idiota?
–Eso es cierto. Soy un total idiota. Y un capullo –admitió.
Asentí, satisfecha, y luego eché un vistazo detrás de mí, donde Ares esperaba pacientemente.
–No deberías enseñarle a dar sustos –dije.
Ancel estalló en carcajadas, para mi sorpresa.
–¿En serio te ha dado un susto? –preguntó cuando se le pasó el ataque de risa–. Le enseñé a hacer eso un día, cuando mi aburrimiento rozaba los límites espacio-temporales. Pero no pensaba que lo iba a aprender. Ni siquiera se me había pasado por la cabeza el hecho de que me escuchara y entendiera.
–Bueno, pues sí, lo ha hecho, y no hace gracia.
Ancel luchó por controlar la risa y, cuando finalmente se calmó, se acercó a Ares y le palmeó el cuello.
–Bien hecho, amigo –susurró.
–¿Cuándo nos vamos? –pregunté, sin poder contenerme más.
–Ya mismo.
Ancel se colocó en el costado izquierdo de Ares, como la última vez, y extendió sus brazos para darme a entender que me ayudaba a subir.
–Sigue soñando –le dije, apartándole.
“No tiene que ser tan difícil subir a un caballo” pensé.
Pero vaya si me equivocaba. El maldito animal debía de medir como poco un metro ochenta, por lo que agarré las crines y me sujeté a la silla, impulsándome con todas mis fuerzas hacia arriba.
Conseguí pasar la pierna derecha al otro lado gracias a un empujoncito de Ancel, que, por suerte para él, había sido en el tobillo.
Me coloqué en la grupa para dejar espacio a Ancel y luego rodeé su torso con mis manos, lo que me llevó a pensar en el beso.
Sin embargo, aparté esos pensamientos de mi mente y conseguí centrarme en otras cosas.
–¿Preparada? –preguntó Ancel por encima del hombro.
–Sí –respondí.
Entonces, azuzó a Ares, que partió a un galope corto, pero que poco después se transformó en un gran galope tendido.
En ese momento, antes de cambiar de plano, me pregunté si verdaderamente estábamos haciendo lo correcto, si enfrentarnos a Satanás nosotros solos no era más que un suicidio.
Sin embargo, la oscuridad me tragó, llevándose consigo todos mis pensamientos.

7 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Llevo mucho tiempo queriendo comentarte, pero hoy me pareció el día más apropiado ¿que por qué? porque hoy me acabé "Dos velas para el diablo", libro que me leí a continuación de "Hush Hush"... he de decir que me he leído todos los libros que aparecen en tu columna de "Mis libros favoritos" excepto "Bajo la misma estrella", que me lo prestará una amiga mañana...

    Bueno, pero dejemos de hablar de mí, todo esto viene a que ahora entiendo mejor a los personajes, o más bien, los asocio: sobre todo a Angelo... es decir Ancel. Es un personaje que me gusta mucho, porque me parece que da mucho juego. Así como Lucifer es muy esquemático en plan "es el malo y ya está" Ancel me parece que es el tipo personaje con mucha historia. Su pasado y el carácter son lo que hace increíble un personaje, y, por tanto, una historia.

    Y sé que me estoy alargando mucho, pero yo soy de comentarios largos. Escribo en una página, www.pottefics.com, en la que puedes subir historias, comentar otras, participar en concursos (te la recomiendo, supongo que te interesará) y sé por experiencia que acabas cogiendo cariños a los "comentaristas" de los que se curran los comentarios y que están ahí día tras día... yo espero seguir estándolo.

    Y, bueno, eso es todo (creo). ¡Ah sí! Otra cosa: no sé si te lo dirán mucho pero, gracias. Gracias por seguir escribiendo aún teniendo dudas, porque sé que vas a llegar lejos. Mucha gente (como yo) quiere ser novelista de mayor, pero muy pocos se atreven a empezar a escribir una novela.

    En cuanto a lo del correo, me puedes enviar lo que sea a: primrose.potterfics@gmail.com

    Besos.

    Primrose.

    P.D: Espero no haberte asustado con este comentario... ya te acostumbrarás :P

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  2. Bueno, primero tengo que decir que esto, merece un aplauso:
    –Cabrón de mierda –masculló Ancel.
    –¿Quién? ¿Nergal o Lucifer?
    –Nergal. Lucifer sería un cabronazo.
    Es muy bueno, de verdad xD
    Luego, pues lo de siempre, que no lo dejes.

    Bea, siempre te digo que adoro tu forma de escribir y de expresarte, contar lo que piensas transformándote por completo en otra persona. Y tengo que decirte que cada vez lo haces mejor. ¿Sabes esa sensación de leer un libro y sentirte totalmente identificada, o de alguna manera... atraída? Bah, me explico fatal, pero quiero llegar a decirte que ya me has dado esa sensación que solo me dan esos libros tan afsghaj que leo, que leemos, ya lo has conseguido, tienes una forma de escribir que me encanta, a demás, que NECESITABA más historias de este tipo.
    Bueno que, sabes que llegarás lejos, así que no me vengas con que no te gusta lo que llevas escrito eh ¬¬ Es fantástico, porque no hay otra palabra. Es tuyo, y no lo dejes porque estás hecha para ello.

    El correo, ya tienes el mío, pero por si acaso te lo dejo:

    worldofwords.stories@gmail.com

    Sigue así, te quiero hermana.

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  3. No digas eso...no digas que lo que escribes es una mierda, porque es todo lo contrario, es una verdadera maravilla. Ya te he dicho mis opiniones por chat sobre la historia y los personajes jejej xD Así que seré breve. Sólo vengo a decirte eso, que no es una mierda y que no lo dejes nunca, y también que prefiero leer tus novelas de golpe cuando estén publicadas porque así mi memoria me falla y me pierdo en la historia jajaja xD ¿Cómo ha sabido Ancel dónde estaba su caballo?

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  4. De mierda nada niña!adelante y no decaiga,lo que tienes tu le falta a muchos,naciste para escribir,y eso se nota....chapó reina,este capítulo es bestialllllll!!

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  5. No se ni que decir porque cada capítulo se define en una palabra Perfecto. Y Ares hahaha me encanta ese caballo.
    Ella dice "cambiar de plano" ... ¿Adónde van?, a la Tierra no , ¿no?.
    Mi correo : laura97.llzr@gmail.com

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  6. Bueeeeeeeeeno

    Acabo de meterme un "atracón" a tu historia gracias a Primrose (que te puso un comentario) y que es mi hermana y lleva insistiéndome en que te lea desde tiempos inmemoriables.

    Me encanta cómo escribes, de verdad. Sé lo que es - ya que a mí también me apasiona escribir - sentir que lo que escribes es una mierda y no tener ganas de revisarlo para buscar algún error de narración, puntuación, ortografía o incluso de tipeo que te deprima aún más.Pero de verdad que es casi imposible encontrar alguno de los anteriores en tu historia.

    Conozco a mucha gente que tiene muy buenas ideas pero que no sabe narrarlas adecuadamente y gente que escribe genial pero que no se le ocurre una buena historia que contar. Tú no entras en ninguno de los dos tipos: escribes genial y la historia que cuentas es una pasada. Y te felicito enormemente por ello.

    Ahora mismo me estoy leyendo "Dos velas para el diablo" y dice mi hermana que Ancel se parece en parte a Angelo. Acabo de conocer a este último y tengo curiosidad por saber cómo va la cosa. Me han dicho que ahora va a pasar una cosa súper fuerte que es imposible que adivine (aunque, modestia aparte, soy increíblemente buena adivinando estas cosas) y he empezado a probar cosas en plan: ¡Angelo es Lucifer! ¡Cat es un demonio! ¡JP es un arcángel! y otras tonterías varias. También he estado desarrollando teorías sobre la madre de Cat, igual era una demonio (no estoy segura de que la palabra "demonia" sea correcta) y Cat es como una bastarda o algo así.

    Eeeeeen fin (como diría HolaSoyGermán) Creo que me voy a ir despidiendo, o te voy a aburrir con esta cacho novela de comentario. Si quieres seguir en contacto conmigo para que te cuenta mis teorías descabelladas sobre libros, escríbeme a: manzanitaescritora@gmail.com

    Un besín

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  7. Dios! Ares y Ancel son tal para cual.,, me encanta de verdad, sigue así y llegarás muy lejos
    PD: mi correo es daniela.amo.22@gmail.com

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