Saludos^^
Este capítulo va dedicado a todos los que me leéis y apoyáis, en especial a Rocío y Carol, que tan pesadas estaban para que supiera ^^ Os quiero a todos :3
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Capítulo 18.
Tom nos miró un rato con el ceño fruncido. Por alguna razón,
no quería preguntarle a Ancel lo que era un Elemental delante de él. Además,
era una situación muy, muy, muy, muy incómoda.
¿Me reconocía? Porque si no era así, yo iba a quedar peor
que mal. Pero lo que más me fastidiaba era que Ancel sabía quién era Tom y lo
que tenía que ver conmigo.
–Yo te conozco –dijo entonces, pillándonos a Ancel y a mí
por sorpresa.
Su voz era tan suave como siempre, agradable sin resultar
extraña. Simplemente, era bonita, de algún modo.
–¿En serio? Menos mal, porque estaba a punto de degollarte
–comentó Ancel, con una sonrisa arrogante y fría en el rostro.
Yo le eché una mirada de odio. ¿Por qué había dicho eso?
¿Estaría celoso? Sin embargo, debía admitir que tenía razón.
Tom volvió a fruncir el ceño, observando suspicaz a mi
amigo.
–Estaba contigo en… –él me interrumpió.
–¿Leyna, verdad?
–Exacto –intenté sonreír, pero la incomodidad de la
situación me hizo poner una mueca.
–Te has librado –intervino Ancel.
–¿Y tú quién eres?
–Alguien a quien le pareces un coñazo.
–Se llama Ancel –dije, poniendo los ojos en blanco.
Algo me decía que estos dos me iban a poner la cabeza como
un bombo.
–Soy la Muerte –mi compañero esbozó una sonrisa repleta de
veneno.
–¿Adónde vamos a ir ahora? –le pregunté a Ancel.
–Tenemos que llevar a este pelmazo a Eroz.
–¿Eroz?
–Es donde entrenan a las Fuerzas.
Me encogí de hombros.
–Pues vamos –me iba a girar para salir del instituto cuando
Ancel me cogió del brazo.
–Espera. Estamos huyendo de Lucifer, ¿recuerdas?
–¿Y?
–Que Eroz está dentro de su alcance.
–¿Y cuál era el plan? –preguntó Tom, más para dar un tema de
conversación que para saber realmente la respuesta.
Como yo tampoco había pillado lo que íbamos a hacer a partir
de ahora, dejé que Ancel respondiera, rezando para que no incluyera ningún
insulto en su contestación.
–Mira que eres pelmazo –primera mofa–. Ya te he dicho que no
te lo iba a decir. Como si alguien como tú pudiera entender los pensamientos de
mi cerebro…
–Ancel. ¿Podemos hablar, por favor? –Introduje una sonrisa
adorable que en una mujer se puede camuflar con una asesina.
Mi compañero lo acabó entendiendo –por suerte o por
desgracia–, y, después de lanzar una mirada de asco a Tom, caminó conmigo hacia
el otro lado del parque en el que estábamos.
–Dime –dijo cuando nos detuvimos, como si no captara mi
creciente enfado.
–¿Dime? ¿Qué te crees que haces? Pareces un maldito bebé con
ese comportamiento.
Mi reprimenda le borró la sonrisa de la cara, y, por fin, se
puso serio.
–Ese chaval no me gusta.
–¡Ni siquiera le conoces!
–¿Y tú? ¿Hasta qué punto conoces al chico por el que estás
más que colada? –Eso hirió hasta lo más profundo de mi alma.
–Sí. Es verdad. El chico por el que estoy colada no me
cuenta nada de él o de su vida, y, además, se comporta como un idiota con un
chaval al que ninguno conocemos.
Después de soltar aquello, respiré hondo. Estaba realmente
enfadada. ¿Es que no se daba cuenta de que Tom no era más que un capricho de
adolescente tonta? ¿Aquel popular con el que todas las chicas del curso estaban
coladas, pero por el que ninguna sentía nada? ¿No notaba que quien me gustaba
era él y nadie más?
Debió leer mis pensamientos, porque él también respiró, para
luego acercarse a mí y plantarme un beso en los labios, fugaz pero significativo.
Luego colocó las manos en mis hombros.
–Sigue cayéndome mal, pero ya me siento mejor, así que tú te
vas a encargar de manejarle.
Yo sonreí, en parte por su comentario, en parte por el beso.
Así que sí le gustaba.
–Esto… ¿habéis llegado a una conclusión? –inquirió Tom a lo
lejos, claramente azorado.
Ancel sonrió con sorna, y echó a andar, ignorando
completamente al otro chico.
Sacudí la cabeza, sonriendo también, y caminé hacia el chico
rubio. Sus ojos marrones me observaron con el ceño fruncido.
–¿Cuál es el plan?
–Ancel quiere ir a un… lugar antes de ir a Eroz, así que
supongo que nos dirigiremos hacia allí.
Tom asintió. Luego, tras un incómodo silencio, él dijo:
–¿Estáis…? Quiero decir, ¿estáis juntos?
Miré una vez hacia delante, donde, en la nuca de Ancel, se
rizaban algunos pelos castaños. Me imaginé sus ojos, ambarinos y a veces azules
eléctricos, pero siempre con un brillo de inteligencia, sorna y arrogancia.
En ese momento, supe que sí. Que estábamos juntos, pero no
por una petición, ni por una indirecta, sino por un lazo que iba más allá de
cualquier nigromancia, aunque algunos también lo consideraban algún tipo de
magia.
Y de alguna manera, pude captar la sonrisa torcida que se
formaba lentamente en el rostro de Ancel, mientras contestaba:
–Sí. Sí estamos juntos.
Después de lo que parecían cuatro horas de viaje entre el
follaje del bosque, Ancel se detuvo en un claro. Habíamos hablado muy poco
durante el trayecto, sobre todo desde que había dicho que Ancel y yo estábamos
saliendo.
Sabía que él estaba escuchando, de alguna forma, y eso me
hizo sentir bien, además de que era probable que hubiese oído también mis
pensamientos, lo cual era gratificante, porque creo que no me habría atrevido a
decirlo en voz alta.
Ancel se llevó los dedos a la boca, y silbó de un modo que,
de tenerlos, me hubiera roto los tímpanos.
–Bien, escuchad –dijo–, vamos a ir a un plano neutro, que se
encuentra justo entre el Infierno y el Cielo. Tanto Purgadores como Almas
tienen entrada a él, aunque no suele juntarse mucha gente. De todas maneras, es
peligroso, sobre todo si Lucifer tiene algún espía, o si nos topamos con
espíritus que desearíamos evitar.
–¿Y por qué vamos a ese plano, siendo tan peligroso como
dices? –inquirió Tom.
Ancel se pasó una mano por el pelo, alborotándose el cabello
castaño. Suspiró.
–Punto uno: ella no está a salvo aquí –me señaló–. Punto
dos: tengo que hacer un recado, y conozco a alguien que nos puede ayudar.
Un relincho apagado le interrumpió.
Ancel se volvió en seguida hacia el lugar de donde provenía
el ruido. Yo tuve que dar un paso hacia la izquierda para poder ver lo que ya
sabía: Ares, el semental de Ancel, acababa de llegar.
Para mi sorpresa, en lugar de dirigirme su habitual mirada
de asco, sus ojos oscuros se posaron sobre Tom, quien miró con el ceño fruncido
a la criatura.
Esta bufó y arqueó el cuello para tocar a Ancel con el
hocico. Mi amigo, novio, o lo que fuera, le palmeó el cuello, que relucía negro
azabache frente a los rayos de luz.
–¿Qué es? –preguntó Tom.
–Qué –corrigió Ancel. Vi cómo se mordía la lengua,
seguramente para contener un taco–. Se llama Ares, y, si te atreves a siquiera
lanzarle una mala mirada, te rajaré la garganta, si no lo hace él primero.
Tom ignoró la última parte del comentario de Ancel y escrutó
los alrededores, seguramente para evitar las miradas que tanto el semental como
su dueño le lanzaban.
–Mierda –exclamó Ancel.
Cuando me giré para verificar que no había pasado nada, vi
una sonrisa sinuosa en su rostro que me puso los pelos de punta.
–¿Qué? –dije.
–Va a tener que subirse a Ares para poder cambiar de plano.
Resoplé.
–No creo que te vayas a morir por unos minutos –repliqué.
–¡Ah! No sé yo. Y, además, ya estoy muerto.
–Conociéndote, apostaría a que tú puedes morir varias veces.
Él rio, y luego se acercó a Ares para acariciarle.
–Vamos –dijo después.
Tom se acercó vacilante, por lo que le dediqué una media
sonrisa, para animarle a subir.
Al final, terminó accediendo, y se colocó en el borde de la
grupa del semental. Seguidamente subí yo, y Ancel delante de mí para coger las
riendas.
–¿Por qué no has llamado antes a Ares para no tener que
caminar todo eso hasta aquí? ¿No se supone que puedes cambiar de plano en otros
sitios? –preguntó Tom.
–En realidad, sí, pero si quieres ser el próximo objetivo de
dos especies de espíritus diferentes que, aparte de estar en una guerra
continua, nos están buscando a todos, puedes cambiar de plano cuando quieras.
Nadie dijo nada más mientras colocaba las manos alrededor de
la cintura de Ancel. Él clavó los talones en los flancos del semental, que
salió al galope hacia un lugar sin concretar. Poco a poco, la velocidad fue
aumentando, conforme el aire golpeaba mi rostro, hasta que, de repente, todo se
volvió negro.
Cuando volví a abrir los ojos, mis manos aún estaban
alrededor de la cintura de Ancel. Me di la vuelta, comprobando así que Tom
también seguía sobre la grupa de Ares.
Ancel dio orden de bajar, por lo que esperé a que Tom
desmontara para poder imitarlos.
Nos encontrábamos esta vez en las lindes de un bosque de
aspecto parecido al otro. Los árboles presentaban la misma textura, los
arbustos seguían con aquel raro verde, como si estuviera descolorido.
–¿Y ahora? –dije, más un pensamiento en voz alta que una
pregunta.
–Tenemos que internarnos en el bosque –contestó Ancel.
–¿Qué hay allí? –añadió Tom.
Un brillo fugaz pasó por los ojos de Ancel, y la sombra de
una sonrisa cubrió su cara. Sin embargo, esta no llegó a más que un leve
levantamiento en la comisura izquierda de su boca.
–Habrá que descubrirlo –respondió, echando a andar.
–¿Cómo soportas ir vagando por ahí? Es decir, es eso lo que
todo el mundo teme, ¿no? El vacío, la soledad, la oscuridad –dije.
–Te equivocas. El miedo a la muerte que tienen los seres
humanos, no va dirigido al supuesto ente que sega las cuerdas que atan a una
persona a la vida.
–Que ese eres tú… –masculló Tom.
–Sino –continuó Ancel– que eso es solo una forma de ocultar
lo verdaderamente sobrecogedor, aquello que todos tratan olvidar, lo que más
les preocupa, y con razón: la pérdida.
Fruncí el ceño para asimilar lo que Ancel acababa de decir,
pero él no había terminado.
–Además, ¿qué es la muerte en realidad? ¿Yo? ¿El momento en
el que lo que te ata a la vida se rompe? ¿Es un proceso que sucede desde que
nacemos? ¿O es lo que hay después de abandonar el mundo de los vivos?
Eso nos calló tanto a Tom como a mí. Había mucho que pensar
acerca de ello.
–Ya no os quejaréis de aburrimiento durante el trayecto
–Ancel esbozó otra de sus sonrisas torcidas.
–¿Tú qué piensas? –le pregunté.
Él me miró, confuso, hasta que comprendió la cuestión.
–¿Yo? ¿Por qué quieres saber mi opinión?
–Bueno, primero porque nos acabas de soltar un monólogo
filosófico, y segundo, porque eres la Muerte.
–Yo… no creo en la muerte –dijo, serio.
Llevábamos media hora caminando en silencio, cada uno sumido
en sus propios pensamientos –bueno, puede que Ancel estuviera escuchando los
nuestros también–, hasta que Tom habló por primera vez.
–¿Qué pasaría si nos encontráramos con los esbirros de
Satanás, o con un Alma?
–¿En serio quieres saberlo? –respondió Ancel.
–Yo sí –intervino otra voz.
Los tres paramos en seco, con un miedo creciente. Ninguno
reconocía la voz, o, al menos, no parecían hacerlo.
Comenzamos a escrutar las sombras en busca del espíritu que
había dicho eso, preparándonos para lo peor.
Pude advertir a Ancel con la mano en la empuñadura de
Musitel, y a Tom, en cuyas manos había aparecido una daga que me resultaba
familiar.
La daga de Ancel, supuse.
–¡Ancel! –exclamé.
Él se giró hacia mí, con la pregunta impresa en su mirada.
Yo me señalé, dándole a entender que quería pelear, que no iba a mirar mientras
ellos dos se enfrentaban a lo que quisiera que hubiera hablado.
Ancel pareció entender, porque rebuscó en un cinturón que le
cruzaba el pecho, y que yo no había visto, ya que iba por debajo de la
sudadera.
–¿Alguna vez has jugado a los dardos? –me preguntó.
Le miré, dudando. Lo cierto era que sí había jugado a los
dardos. Y varias veces, además. Un amigo de mi padre era muy aficionado, y
siempre que íbamos a su casa a cenar o algo,me acompañaba al piso de arriba,
donde tenía colgada una diana y una caja con dardos. Desde pequeña me habían
divertido, y, además, no se me daba nada mal.
–Sí –contesté.
En ese momento, un ruido de murmullos se hizo presente. La
maleza nos llegaba hasta los tobillos, y, aunque ésta no era muy molesta,
estaba segura de que los troncos de los árboles no se podían atravesar.
Ancel me lanzó una decena de dardos –seguramente envenados o
algo por el estilo– atados todos por una cuerda, para que no se separasen.
–Esos dardos podrán Convertir a un Alma, y mandar al Limbo a
un Purgador –me explicó–. Apunta bien.
Justo cuando terminó de decir la última palabra, unas
sombras aparecieron. En seguida noté algo que me puso los pelos de punta: su
esencia era blanca, inmaculada y puramente blanca.
Eran Almas.
Omg. Me ha encantado, de verdad, todo. Me ha gustado mucho el beso... :3 Y bueno, ya sabes lo que te digo siempre, que sigas así que vales millones hermana, y oye, ¡te olvidas de alguien! Yo también te exijo capítulos xD
ResponderEliminarBueno eso, que me encanta y espero con ansia el siguiente :3
Yo no te los exijo, sólo te los pido, no quiero meterte prisa, si tienes exámenes, concéntrate en los exámenes y luego ya escribes, que los estudios primero, aunque tú no tienes ningún problema, seguro que sacas 9s y 10s ^^
ResponderEliminarLo malo es que nos dejas con la intriga y eso hace que nos den más ganas de que subas el siguiente capítulo así que no tardes jeje xD
Oye, creo que desde que la voz misteriosa que dice "Yo sí", que les descubre, creo que no tardaría tanto en atacar porque si dicen todo eso antes de que empiecen a atacar... Es mi opinión xD Sé que no hablan mucho pero esos son segundos preciosos en una batalla que no pueden desperdiciar. En fín, eso ya júzgalo tú.
Sé que no comento mucho, pero comento cuando puedo, sólo quiero que sepas que los sigo leyendo y que me siguen pareciendo maravillosos. ;)
me encanto!!! tu libro realmente logro captar toda mi atención, y ahora ahora estoy impaciente esperando tu nuevo capitulo...solo espero que tengas exitos en tus examen asi , despues esttas de buen animo e inspirada°° gracias por estas maravillosa letras que no sacan del mundo de la realidad y nos llevan a la fantasia mas absolutoa mill gracias
ResponderEliminarsaludos tatiana obredor mza-argentina
Me ha encantadooo(se que no soy muy original al decirte eso) sobre todo el beso y lo de estáis juntos? Ha sido Asdfghjklñ *__* Por otra parte mme encanta que nos dejes intrigados pero por otra parte no... Jajaja perfecta, como siempre.
ResponderEliminarUna de tus lectoras fieles, Haizea:)
¡Hola!
ResponderEliminar¿Me recuerdas? Siento no haber podido comentarte estos días, sé que llego un poquito tarde, pero es que estuve muy liada. Tampoco pude leer tu otra novela pero lo haré, prometido :)
Bueno, empecemos: lo primero, Tom. Me parece que este personaje va a salir durante bastante tiempo, así que yo creo que es necesario que nos llegue a gustar a nosotros, los lectores. No digo gustar de que nos caiga bien, si no que tenga mucha historia, que no sea el típico personaje estereotipado ¿entiendes? Me llamó mucho la atención de lo de que es un "Elemental", pero aún más la naturalidad con la que llevó lo de morir y hablar con la Muerte y tal. Me parece que sabe mucho, y sospecho de que puede ser un espía (de Lucifer, tal vez). Ya tienes una idea más :)
Me encantó la idea de lo de los dardos. Todas las noches pienso finales alternativos o continuaciones a libros o a historias mías propias, y creo que hoy pensaré en cómo me imagino el siguiente capítulo.
Espero que volvamos a escribirnos pronto, y ya me contarás qué te pareció la historia que te mandé por correo. Creo que este comentario no me quedó tan largo... creo ;)
Besos,
Primrose.
AAH!!!!ME ENCANTA!!!!<3<3<3<3<3<3<3POR FIN SE HA DADO CUENTA!!!!Subeeeee cuando puedas pero subeeee .
ResponderEliminarPerdón si no he comentado antes pero estaba de exámenes y no podía leer:-(
¿Por qué siempre lo dejas en lo mejor? No es justo :33 Me ha encantado, sobre todo la parte en la que Ancel admite que estan juntos *3* creo que me he enamorado de él<3<3<3
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