¿Qué te parece la historia

martes, 12 de agosto de 2014

Capítulo 22

Bueno, como dije, ahora la cosa va a ir mucho más rápida. No creo que la novela pase de septiembre, seguramente estará terminada para entonces. Ahora, cositas importantes.
1.-Este capítulo lo subo únicamente gracias a la gente de Wattpad. Los comentarios han bajado, pero por lo menos sigo teniendo a la mayoría comentando. Aquí, sin embargo, solo he recibido uno (gracias hermana) de los 6 que normalmente tenía. Sé que muchos estáis fuera, pero, no sé...
2.- Como siempre, el capítulo no va corregido. Creo que ya no hace falta ni ponerlo.
3.- Siento que este capítulo pueda resultar un poco aburrido. Es, en su mayoría, explicatorio, ya que llega el momento de revelar cosas. Habrá sorpresas, aviso.
4.-Una de mis mejores amigas, Carol, me dio una gran idea: hacer un "Previously on...", como en las series. A partir de ahora, lo haré en cada novela y relato que suba. Aquí incluiré los últimos párrafos del capítulo anterior.
5.- Si alguno de mis lectores tiene procedencia o contactos alemanes, por favor, que lo diga D:

Anteriormente en Al otro lado de la ventana:
"–Debéis conocer cómo es el universo antes de saber cómo fue creado.
Nergal, Ancel y yo intercambiamos una mirada cargada de significado. Negro, ámbar y gris asentimos a la vez.
Y las Parcas prosiguieron, desvelándonos las verdades que Lucifer nos había ocultado a todos los espíritus durante milenios."


Este capítulo va dedicado a los lectores de Wattpad. Gracias por vuestros comentarios y votos.

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Capítulo 22.
Empezó hablando Datid, mientras las otras dos mujeres proseguían con los hilos, tejiendo, hilando y cortando.
–¿Sabéis lo que es el espacio-tiempo?
Como nosotros negamos, ella siguió hablando.
–Es un conjunto de… digamos, capas, superpuestas, formando un manto. Y sobre ellas se pueden mover un tipo de seres, como los Purgadores o los Almas.
–¿Y los vivos? –pregunté.
–Solo hay una capa que admite materia: la terrestial. El universo que conocemos está situado en el Gran Plano Terrenal, que conserva el pasado, el presente y el futuro.
–¿Eso significa que, quizá, en otros Grandes Planos existen otras cosas? –inquirió Nergal, con el ceño fruncido.
–Cosas demasiado complicadas para vuestro entendimiento –intervino Nutid–. Incluso para ti, joven –añadió, refiriéndose a Nergal.
–Los Grandes Planos están divididos en subplanos, en nuestro caso, como el Cielo, el Infierno o el Terrestial –prosiguió Datid–. Nadie saber de qué están hechos ni cómo exactamente llegaron a formarse. Solo que hubo una explosión: el Big Bang para los humanos, la Primera Guerra para nosotros.
–El origen de Dios y Lucifer es mucho más antiguo que eso –Framtid le tomó el relevo–.  Ni siquiera nosotras sabemos una palabra del tema, aunque creemos que su procedencia es parecida a la nuestra.
–Exiliados –murmuró Nergal, sorprendido.
–¿Qué? ¿Qué es eso? –inquirí.
–Significa que procedían de otro Gran Plano, pero fueron desterrados.
–¿Sabéis por qué? –preguntó Ancel.
Las Parcas negaron con la cabeza, las tres a la vez. Luego, Framtid prosiguió con una historia que, a cada palabra, se me antojaba más confusa y fascinante a la vez.
–Suponemos que debía ser un plano cercano a este, puesto que, si no, no encontramos ninguna razón por la cual se quedaron aquí. Abrieron el espacio que debían dejar entre el antiguo plano y el nuevo, y se instalaron en el más cercano posible.
–Pero eso no son más que suposiciones –dijo Ancel, enarcando una ceja.
Framtid asintió, echándole una mirada a mi compañero que a ninguno nos gustó. Seguramente deberíamos dejar de interrumpir.
–Lucifer, quien antes no era tan malo como ahora, sí que era igual de ambicioso. En cuanto descubrió que su hermano iba a crear su propio mundo en el plano, sin consultarle a él, montó en cólera –“un momento… ¿¡hermano!?” –. Se enzarzaron en una gran pelea, durante la cual el poder de Satanás fue corrompido. Finalmente, Dios lanzó su ataque maestro, que hirió gravemente a su hermano, a pesar de que este había tratado de defenderse. Aunque uno quería venganza, y el otro deseaba expulsar al primero del que ahora era su territorio, ninguno tenía fuerzas para luchar más.
»Dios se retiró a un lugar aparte y creó un refugio a prueba de Lucifer. Este, por su parte, buscó su propio espacio. Entre medias de ambos, se encontraba un subplano que pronto comenzaría a crecer.
Sobrevino un gran silencio, durante el cual ni Nergal, ni Ancel, ni yo pudimos articular palabra. Simplemente, tratábamos de asimilar toda la información de la que estábamos siendo previstos. Era demasiada.
Y, aun así, las Parcas no habían terminado.
–Comenzaron a aparecer criaturas, vivas –continuaron las Parcas, con esa voz que era el resultado de las suyas juntas–. Eran parecidas a los espíritus, pero tenían un cuerpo material que protegía su alma. Sin embargo, este no era permanente, y moría al cabo de poco tiempo. Solo entonces, el espíritu de la criatura era liberado para conocer los planos espacio-temporales que la materia no podía alcanzar.
»Más y más seres vivos aparecieron. Tenían formas diferentes y hábitos completamente distintos, pero todos comprendían el equilibrio del mundo que era su hogar. Hasta que fue roto por la criatura más monstruosa de todas.
»Lucifer había sido testigo, durante el paso de los años, de cómo progresaba el mundo de su hermano. Tenía una muy mala envidia, y deseaba destruir aquel paraíso desesperadamente. Descubrió que Dios buscaba crear el ser más perfecto, el más bondadoso e inteligente, que supiera adaptarse a cualquier situación para mantener el equilibrio en la Tierra, como llamó al único planeta que admitía vida.
»Cuando, por fin, creó el cuerpo que contendría las almas del ser humano, hasta Lucifer quedó sorprendido por su belleza. Sin embargo, aún seguía con sed de venganza.
»Fue entonces cuando Lucifer nos encontró, recién exiliadas, vagando por su territorio. Vio que éramos parecidas a él, y nos contó lo que pasaba con su hermano, omitiendo las partes en las que él quería destruirle, aunque, obviamente, nosotras ya lo sabíamos.
 –Entonces, ¿os prometió algo a cambio de que le ayudarais? –preguntó Nergal, tan perspicaz como siempre. También contaba con que, probablemente, conocía mejor a Lucifer que ninguno de nosotros, a excepción de las Parcas.
–Así es. Nos dijo que nos mantendría refugiadas y a salvo de cualquier peligro –contestaron las mujeres–. Como no teníamos nada que hacer, accedimos.
»Nos pidió que, usando nuestro poder, nos coláramos en los dominios de su hermano para poner un poco de su esencia en el alma del cuerpo de uno de los dos primeros humanos. Lo hicimos en el del hombre.
»Así, cuando muriera, su esencia sería más parecida a la de Lucifer que a la de Dios, por lo que sería al primero a quien le tuviera respeto. Su sangre se pasaba de humano a humano, propiciando que al menos un tercio de la población tuviera en su interior un espíritu Purgador.
Y allí terminó su historia.
Tuve que sacudir la cabeza con incredulidad, para intentar que la información no se me quedase atorada. Sin embargo, era mucho que asimilar, y de una magnitud tan grande, que no supe si podría sobrellevarlo.
Traté de recomponerme, repitiendo las cosas más importantes en mi cabeza. Y, cuando por fin me sentí capaz de respirar de nuevo, levanté la vista para observar a mis compañeros.
Tanto Ancel como Nergal tenían el ceño fruncido, y miraban a las Parcas con suspicacia, como si hubieran omitido una parte importante en su historia que, a su juicio, resultaba imprescindible.
–Seguís sirviendo a Lucifer –observó Ancel–. Y él nos quiere muertos, al menos a nosotros dos. ¿Cómo sabemos que no mentís?
–No nos aburrimos tanto como para inventarnos un cuento chino sobre la creación mundial –respondió Datid, claramente ofendida–. Además, hemos reunido el poder suficiente como para poder derrotarlo.
–¿Y a qué estáis esperando? –arremetió Nergal, controlando su impulso. Era obvio que, si lo intentábamos nosotros solos, probablemente acabaríamos todos en el Limbo. Pero con ayuda de las Parcas…
–Porque no queremos matarle. Y eso acabaría con nosotras. Sería casi imposible recuperarnos de tanta energía malgastada –contestaron.
–¿¡Malgastada!? –estalló Ancel–. ¿Sabéis a cuántos espíritus liberaríais? ¿Cuántos podrían salvarse de irse directamente al Limbo? ¡El mundo podría acabarse si Lucifer consigue el poder necesario para acabar con las Almas!
–¿No te gustaría librar a los tuyos de una guerra que nunca puede ser ganada?
–¡Pero es una guerra que tiene que ser luchada! –nunca había visto a Ancel perder los estribos de aquel modo. Su pecho subía y bajaba muy rápido, y, de haber estado vivo, seguramente el sudor se habría acumulado en el hueco de su cuello. Luchó por contenerse–. Estamos condenados. Estamos todos condenados –era como si se estuviera volviendo loco. Como si, por primera vez en su vida, no sabía qué hacer. Y no tuviera más fuerzas como para no derrumbarse.
Me apreté más a él, abrazándole con fuerza. Buscó mis ojos con los suyos, y, a pesar de que no era ni el momento ni lugar adecuados, no pude evitar acercar mis labios para que él terminara definitivamente con la distancia.
Sabía a salado, aunque no lograba averiguar por qué. Yo no había llorado, y dudaba de que él pudiera. A pesar de todo, no le di mucha importancia, y me concentre en sus manos, agarradas con fuerza a mi cintura.
Entonces me vino un recuerdo a la mente. Uno bastante reciente, al que había tratado de ignorar, pero que era imposible ahora.
¿Qué habían dicho las Parcas nada más verme?
«Leyna Shellow… Nuestra hija… Ha regresado por fin».
¿Qué demonios significaba eso?
Me separé bruscamente de Ancel, sin pensar siquiera en mis acciones. Miré automáticamente a las Parcas, con una extraña sensación en el estómago.
“Espera”, me dije. “¿Estás segura de que quieres oír la respuesta?” Me sorprendió la determinación con la que una palabra apareció en mi mente. “Sí.”
Avancé un par de pasos hacia las Parcas, con un montón de pensamientos formándose en mi cabeza. Sin embargo, traté de apartarlos.
Era peligroso que mi imaginación hiciera de las suyas.
–¿Leyna? –me llamó Ancel.
“Mierda”, me dije, pero ya no había vuelta atrás.
No le contesté, ya podría explicárselo luego. Aunque supuse que se metería en mis pensamientos o algo así. De todas maneras, iba a escuchar la conversación.
–¿Por qué me habéis llamado “hija”? –pregunté, temerosa.
Las Parcas, para mi sorpresa rieron.
–¿Aún no se lo has dicho, Ancel? –la mirada que le lanzaron no me gustó un pelo.
Ancel palideció notablemente, o quizá fue un efecto óptico que engañó a mis ojos. Lo que sí sabía con certeza era que se había quedado mudo.
–¿Decirme, qué?
–Estáis desobedeciendo órdenes directas –musitó Ancel, con la voz queda.
Nergal carraspeó, claramente incómodo, y fue a colocarse a mi lado.
–Si te sirve de consuelo, yo tampoco sé de qué demonios están hablando –me susurró.
Yo asentí. Sin embargo, sus palabras no habían rebajado el sentimiento que me atenazaba el estómago.
–Ancel… –empecé, suavemente, con un nudo en la garganta– ¿cómo de importante es eso que no me has contado?
Interpreté su silencio como él quería que lo hiciera.
Me sentó como una patada en el estómago que Ancel me hubiera mentido.

1 comentario:

  1. Aaaah!! no porque me dejas con la intriga... Menos mal que hay más capi, sino moriría por la espera... PERO COMO ES ESO DE QUE LEYNA ES HIJA DE ESAS MUJEREEEESS?? Aaaggghh me encanta tu libro!!
    PD: No entiendo todavía por que se llama "Al otro lado de la ventana" jeje

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