¿Qué te parece la historia

sábado, 9 de agosto de 2014

Capítulo 21

Bueno, bueno, bueno, ya estoy de vuelta :D Tras mi paso por los Estados Unidos de América, mi bloqueo ha desaparecido, y ya he terminado el capítulo 23, el cual es un poco lioso (sorry :$). Pero en fin, el caso es que estoy aquí de nuevo, y escribiendo más que nunca.
Quería hacer un par de anuncios y decir algunas cosas.
1.- Me siento un poco decepcionada, porque recibí solo 3 comentarios en el capítulo anterior (ya sé que pido esos), pero he estado recibiendo entre 5 y 6, y una bajada así resulta chocante. Y... bueno, sé que es verano, que mucha gente está de vacaciones sin internet y eso, pero aun así.
2.- El capítulo va sin corregir. Ni siquiera me molesto en leerlo. Si lo hago, probablemente acabe dejando la historia.
3.- Ya queda poco para el final.
4.- He estado construyendo una nueva historia. No diré nada sobre ella todavía, puesto que primero terminaré Al otro lado de la ventana, pero esta estará más currada, y me aseguraré diez capítulos de ventaja antes de subir el primero.
5.- Pues... ¡ah! Voy a remodelar mi antiguo blog de relatos, y lo convertiré en un blog de pensamientos, historias y reseñas (:ooo).
6.- Creo que no me queda nada más que decir .-. Solo que gracias por vuestra paciencia y comprensión, y que siento este parón. Espero que no suceda de nuevo :)
7.- ¡Feliz verano! O lo que queda de él...


Este capítulo se lo dedico a los médicos. Sí, ya sé que no tienen nada que ver con la historia o la escritura, pero me parece que deberían tener más reconocimiento del que en realidad tienen. No sé, salvan nuestras vidas. Algún día quiero hacer lo mismo. No importa cuánto cueste.

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Capítulo 21.
Ancel tenía el ceño fruncido, mirando a las Parcas con un brillo de reproche en sus ojos de fuego. Nergal había callado, sin atreverse a pronunciar una palabra más.
El silencio reinaba en la cueva.
Las tres mujeres me miraban con curiosidad, observándome de arriba abajo, mientras la incomodidad crecía en mi interior.
Sin embargo,  no me moví. Sus palabras resonaban en mi mente, haciendo que un extraño vacío se alojara en mi estómago. Era una sensación extraña, que no se parecía a nada que hubiera sentido antes.
Finalmente, una de ellas, que portaba unas tijeras en la mano, habló. Su voz no sonaba como la que había hablado antes, que parecía ser una mezcla de las tres, sino que era grave y profunda, denotando experiencia y sabiduría.
–No pensaba que nos dejarías verla tan pronto, Ancel –comentó, sin quitar los ojos de mí.
–Ni siquiera sabíamos que nos dejarías verla –añadió otra. Esta, sin embargo, sujetaba con ambas manos un par de ovillos de lana de un extraño color.
Desprendían un brillo plateado muy curioso.
Entonces supe por qué. De alguna manera, aquel material sí era tangible. Pertenecía al Otro Lado, no al mundo terrestre. La lana, y cualquier objeto en aquella cueva, pasaría desapercibido para un ser vivo.
Ancel tenía el ceño fruncido. Las sombras de aquel lugar, que tanto contraste hacían con la característica luminosidad del Infierno, otorgaban a su rostro un aspecto más serio del que en verdad era.
Ese era otro aspecto extraño sobre la cueva: la “poca” luz. En realidad, se veía perfectamente, pero era mucho más oscuro respecto al paisaje de fuera.
–No he venido a hacer una visita –dijo Ancel. Su voz contaba con un tono peligroso, con la amenaza pintada explícitamente, pero él estaba tranquilo–. Quiero hacer un recado. O, mejor dicho, deshacerme de ellos.
–¿Y por qué has venido? Sabes de sobra que para eso no necesitas nuestra ayuda –dijo, esta vez, la tercera mujer, que no había hablado hasta ahora.
–Lo sé –coincidió Ancel–. Pero también necesito que me respondáis una pregunta.
 –Te escuchamos –esta vez, fue la mezcla de las tres voces la que contestó.
Ancel dio un paso adelante, echándome una mirada, cuyo significado entendí perfectamente.
Me coloqué tras él, un tanto contrariada. Algo me decía que incluso Ancel tendría problemas para vencer a las Parcas.
–¿Se enterará Lucifer de mis movimientos si transformo el lazo?
Las tres mujeres se miraron entre sí, casi sorprendidas. Pude adivinar una mezcla de sentimientos, que se vieron reflejados en su esencia: confusión y culpa.
¿Por qué? No tardamos en descubrirlo.
–No podemos responder a eso.
–¿Por qué no? Es una simple pregunta –replicó Ancel, con la cabeza ladeada.
Aparté la mirada de la escena durante un momento para encontrarme con los ojos de Nergal. ¿Qué me habría querido decir?
Le pregunté en silencio, pero él solo sacudió la cabeza y bajó la vista.
Me encogí de hombros y volví prestar atención a la conversación entre Ancel y las Parcas, que se volvía más violenta a cada instante.
–No puedes con nosotras.
–No quiero luchar.
–Es lo que estás buscando, muchacho.
Ancel no añadió nada más. Permaneció en silencio, observando a las tres mujeres, cuyos rostros, demacrados, no expresaban lo que sus esencias hacían explícito. Las caras de las Parcas parecían haber quedado congeladas en una mueca indiferente, incapaces de mostrar ningún sentimiento, a pesar de los intentos de las ancianas.
Ancel, por otra parte, era un amasijo de emociones. No obstante, se esforzaba todo lo que podía por esconderlas, tapando su rostro con una máscara de impasibilidad.
“Son las emociones lo que nos distinguen de los Almas”, había dicho. Sin embargo, podría apostar lo que fuera a que por dentro, Ancel pensaba al contrario. Que los sentimientos le hacían débil en una batalla.
Qué equivocado estaba… Estaba bien esconder los pensamientos e ideas al enemigo, pero no reprimirlos. Por eso los Purgadores eran más fuertes que los Almas. Y por eso, me tendría que encargar de hacérselo saber a Ancel.
Pero no ahora. Ahora había que solucionar un tema del que ni Nergal ni yo teníamos ni idea.
Al ver que Ancel no reaccionaba, di un paso adelante, colocándome a su lado.
–¿Qué habéis querido decir con “nuestra hija”?
Al fin pregunté lo que tanto tiempo había callado. No era un buen momento, pero mi curiosidad era demasiado desbordante.
Las mujeres hicieron una mueca que se asemejaba a una sonrisa, aunque inmediatamente después, las tres emitieron un leve gruñido de dolor.
–Hora del cuento –susurraron.
Ancel me lanzó una mirada furibunda, aunque también agradecida. Le había dado tiempo para pensar en algo.
No era mucho, pero al menos tenía.
–A ver… ¿por dónde empezamos? –dijo una de las Parcas.
Ahora, se me hacía imposible distinguirlas, ya que todas habían dejado las manos libres de cualquier objeto.
–Podríais decirme vuestro nombre, si tenéis –sugerí.
Las mujeres se miraron entre ellas, aparentemente complacidas.
–Chica lista –murmuraron–. Somos las representantes de la vida y la muerte en el mundo de los vivos –hicieron una pausa, mirándome fijamente–. ¿Cuál crees que es la diferencia entre una y otra, niña?
–¿Entre la vida y la muerte? –inquirí, sin entender el porqué de aquella pregunta. Además, todavía no me habían dicho cómo se llamaban.
Ellas asintieron, en el mismo instante en el que me di cuenta de que lo único que veía de las mujeres eran sus macilentos rostros. Tanto las piernas como los brazos estaban cubiertos por los mugrientos vestidos negros, que arrastraban por el suelo a cada movimiento.
También, una de ellas presentaba una prominente chepa en la espalda, que cargaba como si nada. Seguramente, a las otras dos no tardaría en salirles.
–Vamos a hacer una cosa –habló la del medio, la que parecía más alta, aunque solo por un par de centímetros–. Si respondes correctamente a nuestras preguntas, te iremos contando cosas.
–Eso no sería necesario –intervino Ancel–. Ya puedo decírselo yo –su tono era amenazante.
Un ruido resonó y rebotó contra las paredes de la caverna, produciendo un terrible sonido parecido a… ¿una carcajada?
Sí, fue eso.
–Somos mucho más viejas que tú, Ancel. Hemos visto el nacimiento del mundo, hemos visto su aspecto antes de la creación de los humanos, y hemos presenciado su destrucción.
Ancel frunció el ceño. Nergal se adelantó también, interesado.
–No está destruido –dije, con voz débil.
Las Parcas me miraron, curiosas, con la sombra de una sonrisa cruzando sus rostros.
–¿Desde qué punto de vista lo dices, pequeña?
Nadie más dijo nada. Nergal había permanecido callado todo el tiempo, atento y escuchando, por lo que me sorprendió que hablara ahora.
–¿Desde qué perspectiva lo decís vosotras?
Aquello arrancó otra suave carcajada a las Parcas, aunque esta no fue tan estruendosa como la anterior.
–Tu esencia es muy interesante, chico –fue lo único que dijeron.
–Eso no es una respuesta –el tono de voz de Nergal era firme.
Hubo unos segundos de silencio que se me antojaron eternos, en los que las Parcas sopesaban sus opciones. ¿Qué tenían en mente?
Algo me decía que se traían algo entre manos, pero no podía imaginarme qué. Lo único que sabía de las mujeres era… Bueno, eso. Que eran mujeres.
Miré a Ancel en busca de apoyo, pero en su rostro solo encontré un ceño fruncido. Tampoco él sabía qué hacer.
Nergal, por otra parte, esperaba la contestación de las Parcas con expresión serena. Ahora que sus rasgos estaban calmados, pude ver con claridad la redondez propia de un rostro infantil. Y sus ojos, sin embargo, mostraban un brillo de madurez sobre la negra superficie de los iris que contrastaba con sus facciones.
–¿Vais a continuar evadiendo nuestras preguntas? –dijo Ancel.
Se oyó un suspiro, aunque no supe decir de cuál de ellas provenía. O si era uno conjunto.
–Nuestros nombres son Datid, Nutid y Framtid, encargadas de mantener el equilibrio entre la vida y la muerte, y protectoras del Hilo de la Vida que pende sobre las cabezas de cada mortal.
–Eso forma parte de la mitología. Empezad a contar lo que no sabemos ya –Nergal estaba impaciente.
“Ni siquiera en momentos como este es capaz de contener su sed de conocimiento”, pensé.
No obstante, le comprendía. Estaba completamente solo en el Otro Lado. No tenía a nadie que le entendiera, o que estuviera con él. Y no era más que un crío.
Eso me hizo mirar a Nergal con nuevos ojos.
Podía no ser un adulto, pero, ¿cuánta madurez podría haber alcanzado? Seguramente supiera muchas más cosas que Ancel y yo juntos. Tal vez no fuera un adulto, pero… ¿qué tenía que ver una cosa con la otra, de todas maneras? Lucifer superaba con creces la mayoría de edad, y, sin embargo, no alcanzaba a tener la sensatez de Nergal.
Y eso, lamentablemente, era algo que muchos no entendían.
–Nuestro origen se remonta a antes de la propia creación del universo –las Parcas continuaron, interrumpiendo mis cavilaciones–. Cuando no había nada.
–¿Nada? ¿Qué significa eso? –esta vez fue Ancel quien habló.
–Que no había materia, chico. Antes de que sucediera lo que los humanos llaman “Big Bang”, no había absolutamente nada.
–¿Y qué se supone que había, entonces? –Nergal dio voz a la pregunta que a todos se nos pasaba por la mente.
Una de las Parcas –si no fueron las tres– emitió un suspiro cansado. Después, las mujeres se acercaron a la mesa donde los hilos de lana estaban tendidos sin cuidado, y se sentaron en los taburetes que había delante de esta.
–Debéis conocer cómo es el universo antes de saber cómo fue creado.
Nergal, Ancel y yo intercambiamos una mirada cargada de significado. Negro, ámbar y gris asentimos a la vez.
Y las Parcas prosiguieron, desvelándonos las verdades que Lucifer nos había ocultado a todos los espíritus durante milenios.

2 comentarios:

  1. Bueno, ya sé que tenía algo abandonada tu novela, pero aquí estoy de nuevo. Volveré a comentar todos los capítulos - si nada me lo impide - y darte mi opinión, que algo supongo que hará ^-^
    Bueno, como llevaba mucho sin leer me he perdido un poco al principio, pero me lo has recordado todo incluso sin quererlo. Me gusta la imagen que le das a las Parcas, siempre estoy buscando cosas sobre ésto, y ya sabía mucho sobre ello pero me encanta como lo has contado. Sobre Ancel, pues ya sabes, me encanta xD. Y sigue encantándome tu forma de escribir y expresarte, y ni se te ocurra dejar la novela porque yo te digo, que es una pasada. Así que sigue, y recuerda contarme sobre la nueva, empezaré a leerla en cuanto la subas. Y también tienes que contarme que tal fue el viaje.
    Lo de siempre, Bea, sigue así de increíble.

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  2. Joope... Este capi no ha respondido ninguna pregunta :o cada vez que avanzo me encuentro con más dudas que antes.. Y eso provoca que tenga un continuo nerviosimo cuando leo la nove, me tiene totalmente enganchada jajaja .-.

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