Bien, pues, tras una etapa en la que he estado en silencio (he estado ocupada, perdón), vengo con un capítulo 9. Lleva más diálogo que acción, pero he tratado de meter un poco de humor para hacerlo más ameno. Eso sí, preparaos para un capítulo 10 repleto de cosas muy, pero que muy interesantes^^ Tres comentarios, por favor. Saludos :)
Capítulo 7.
Le miré incrédula, conteniendo la risa, hasta que,
sintiéndolo mucho, tuvo que salir.
Ancel se giró en cuanto oyó mis carcajadas, y ante su mirada
estupefacta, no pude hacer más que reír más fuerte.
–No sé qué te hace tanta gracia.
–¿Jurar protegerme? ¡Suena ridículo! –Exclamé.
–No lo es.
–Pues explícamelo. Es la única manera de que deje de reírme
y, ya que estamos, de que vaya contigo.
–Creía haber dejado claro el tema de venir o no.
–Cristalino –repuse, en tono de mofa–. Empieza.
Él puso los ojos en blanco y pasó sus piernas a un mismo
lado, para luego volver a sentarse a horcajadas sobre la silla, solo que en
sentido contrario, de forma que nuestras caras quedaban enfrentadas, demasiado
cerca para mi gusto.
–El caso es que no hay nada que explicar, nena –sonrió.
–Odio que me llames así –repliqué haciendo una mueca.
–Por eso te lo llamo.
Rodé los ojos.
–De todas formas, sí que hay algo que explicar. Creo que no
me has contado nada todavía, a excepción de… ¡oh! Tu nombre y tu edad, la que,
por cierto, no creo que sea verdad, porque según me parece, ¿no eres un poco
alto?
–De todas las cosas que puedes preguntar, ¿me dices que soy
demasiado alto para mi edad?
Asentí rotundamente. La verdad era que me encantaba verle
perder los nervios conmigo.
–Vale. Sí, soy muy alto. ¿Eso es todo?
–Oh, vamos, no te pongas así –le pinché, sonriendo ampliamente.
–Volvamos al tema.
–¿Ancel queriendo explicar algo? Alucinante.
–Si sigues así de insoportable no te contestaré a nada –su
tono de voz indicaba que ya estaba harto, por lo que bajé las comisuras de mis
labios y le miré fijamente, ya seria.
–Entonces, ¿qué es eso de protegerme?
–Es algo así como no dejar que te pase nada…
–Corta el rollo. Sé lo que significa proteger.
Él esbozó una sonrisa torcida felina.
–¿No has oído hablar de ángeles y demonios?
Abrí los ojos como platos. ¿Qué tenían que ver ahora los
mitos celestiales? ¿Qué me importaban los ángeles si, de todas formas, no podía
entrar al cielo?
–¿Existen?
–Sí, pero no.
Arqueé las cejas.
–¿Sí, pero no? ¿Qué clase de respuestas das? ¿Es que fuiste
a una escuela de contestaciones evasivas y sin sentido?
–Yo era el maestro –asintió.
–Eso es comprensible.
Ancel sonrió de medio lado, mientras me escrutaba el rostro como
si pudiera ver a través de él.
–¿Qué? –Inquerí, empezando a sentirme incómoda debido a su
inquietante mirada.
–Tienes que controlar tus pensamientos.
Abrí la boca, pero no encontré las palabras hasta pasados
unos preciosos segundos.
–¿Puedes leerme la mente?
–No, técnicamente.
–¿¡PUEDES CONTESTAR DE FORMA CLARA Y CONCISA ALGUNA MALDITA
VEZ!?
–Sí.
–Gracias –dije, y al instante me arrepentí. Su “sí”, era un
cañonazo de artillería sarcástica.
Le hice una mueca.
–Bien. Me estabas explicando qué significa eso de “jurar
protegerme”.
–Y yo te dije algo sobre ángeles –me recordó.
–Ajá.
–Vale. Entonces, supondré que has oído hablar de ellos.
–Sí. Pero no entiendo qué tienen que ver…
–Actualmente no entiendes muchas cosas, así que no me
interrumpas.
–Te pareces a mis profesores –repuse.
–Ya te dije que era profesor –sonrió.
Proferí una suave carcajada antes de volver a posar mi vista
en sus ojos ambarinos. Realmente, nunca había visto ese color en unos ojos.
Era extraño, y raro, pero, de algún modo, le quedaba muy
bien.
–Vale. Ángeles y demonios, no interrupciones.
–Así me gusta. Bien, lo primero que te voy a contar es lo
que tienen que ver los ángeles y sus antagonistas en esto –me lanzó una mirada
que significaba: “¿ves cómo deberías dejarme hablar?” y yo le saqué la lengua–.
Te he dicho que sí existían pero que a la vez no, porque los humanos se
equivocan, aunque no en todo.
–Creo que me has dejado peor de lo que estaba, en cuanto a
entendimiento –añadí al captar su mirada traviesa.
–Quiero decir, que existen, pero no como los humanos creen.
–¿Los demonios también? –Ancel asintió–. Entonces, ¿cómo
son?
Él sonrió de medio lado.
–¿Lo quieres saber? –Afirmé con la cabeza–. Pues ven
conmigo.
–Mira que eres pelmazo.
–Lidia con ello. Pero ahora vámonos.
–Agh. Pareces mi madre. Solo me basta con una.
–Te recuerdo que ya no tienes madre. Bueno, técnicamente, es
ella la que ya no tiene hija.
Le miré con los ojos entrecerrados, intentando averiguar si
lo había hecho aposta para molestarme o si se le había escapado sin querer.
Por sus rasgos duros supe que era la primera.
–Eso duele.
Me observó durante unos instantes que me parecieron eternos
y en los que, de haber estado viva, me habría puesto más roja que el teletubbie
Po.
–¿Qué es un teletubbie? –Preguntó Ancel, con una sonrisa
maliciosa.
–Tienes que enseñarme cómo va esto de leer el pensamiento.
Él profirió una carcajada.
–Solo tienes que aprender a controlarlo.
–Como si fuera fácil.
–Bueno, al menos, hasta que te enseñe, intenta no pensar en
mi presencia sobre lo bueno que estoy.
Le miré con las cejas arqueadas, aunque por dentro me moría
de vergüenza.
–Me estabas diciendo, antes de conducir la conversación a un
punto demasiado incómodo –ignoré su mirada divertida–, algo sobre protegerme.
De hecho, creo recordar que te pregunté qué significaba eso. Ya he comprobado
que eres un maestro de las evasivas, así que ahora responde.
–Si te respondiera, todo perdería la gracia –contestó
haciendo una mueca.
–Ja, ja. ¿Ya está? Me he reído. Ahora, responde.
–Y luego me dices que soy pelmazo.
–¡Oh! Cierto, se me olvidó decirte que soy un as en esto de
ser un maldito grano en el culo. Aunque después de conocerte, creo que mi
puesto peligra –ironicé, perdiendo la paciencia.
–Ey, eso suena a… ¿enfado?
–Y pronto pasará a ser un cabreo de los gordos. Así que, o
respondes, o corres.
Él rio, lo que hizo que la furia aumentara.
–Creo que me decantaré por la primera opción.
Sentí como si un globo se desinflara en mi interior,
llenando mi esencia de alivio.
–Bien. ¿Qué tienen que ver los ángeles con eso de
protegerme?
–Oh, Dios. ¿En serio que no lo pillas? Eso es que o eres
cortita o no tienes mucha idea de ángeles.
Me erguí completamente y le lancé una mirada amenazadora e
intimidante… para un pececito.
–No tengo mucha idea de ángeles. Es más, creo que lo único
que sé es que tienen alas y están muy buenos.
–¿Nunca has oído hablar de un ángel guardián o custodio?
–Carraspeó–. Oh, y la segunda condición la cumplo.
–¿Eres mi ángel guardián?
–Ajá –volvió a carraspear–. Y la segunda condición la
cumplo.
Puse los ojos en blanco.
–No me has dejado comprobarlo. Los ángeles normalmente van
sin camiseta.
Esbozó una sonrisa felina y se levantó la sudadera negra que
llevaba puesta para dejar ver una camiseta blanca ajustada.
Le miré con la boca abierta, sin poder articular palabra.
–Vale, me creo lo de la segunda condición –balbuceé.
–Menos mal, porque si mi creadora no cree que estoy bueno…
–Espera. ¿Tu creadora?
–Ajá. Tú me has dado el cuerpo con el que me ves ahora.
–¿Y no podría haber moldeado tu personalidad?
Él rio.
–De hecho, te agradezco que me hayas puesto más altura de la
que tenía en vida.
–¿Este era tu cuerpo cuando vivías?
–Un poco más flacucho y desgarbado, pero sí. Bueno, y unos
centímetros más bajo, quizá.
–Pero, ¿cómo te puedo haber creado?
–Oh, venga. ¿No me reconoces?
Le miré entero, aprovechándome un poco de la situación,
quizá, para reparar en el plano vientre que se notaba bajo la camiseta. Y
cuando en mi repaso general llegué a sus facciones, una imagen repentina, un
recuerdo fugaz, se me vino a la mente.
Esos rasgos, suaves pero firmes y seguros. Sus ojos, con ese
color tan peculiar. Su energía, que tan reconfortante me resultaba.
Era mi ángel guardián, por supuesto que lo era.
El ángel de mis sueños.
Me gusta mucho esta guerra verbal entre los protagonistas y el toque de humor te ha quedado genial,sin perder la intriga que sigue hay,esperando cómo.lectora saber más de Áncel.....
ResponderEliminarOMG o.o
ResponderEliminarTe adoro. No hay más. Es... AURG xD
Me encanta, y... Creo que pediré un Ancel por mi cumpleaños.
En serio que eres cada vez más buena, increíble.
Y aunque no haya acción, ha sido de verdad muy interesante, me ha encantado, aunque ya sabes que todo lo que tu escribes me encanta...
Bueno eso, que sigas así, que cada vez va a mejor.
La he recomendado a una amiga y se quedó de piedra con tu forma de escribir, le encantó, y le encanta, porque la sigue leyendo, y no me extraña.
Hermana, como siempre te digo: Increíble.
"El ángel de mis sueños"...ains...qué bonito ajjaja xD
ResponderEliminarHaya o no acción, sigue siendo igual de espectacular, con la misma intriga, aunque de momento, en estos últimos capítulos tampoco es que hubiera mucha acción, ha sido casi todo diálogo, pero te digo, que es igual de increíble.
¡Yo también quiero un Áncel para mi cumpleaños! Así me lleva en esa preciosidad de caballo que tiene y galopamos juntos *-* jajaja xD Yo siempre soñando con los caballos, yo la fanática de los caballos xD
Bueno, que me desvío del tema, sigue escribiendo así de bien. ^^
OMG, me encantan las peleas entre Ancel y la prota!! Y Ancel es taaaan ARRRGGG fantasticoooooo!!! Oh dios me enamore *.* cada vez me dejas con mas misterio!!!
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