Este capítulo no está revisado, lo siento :s Tres comentarios, por favor. ¡Gracias! Un saludo.
Va por ti, Iraila.
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Capítulo 5.
Ancel, sin soltarme aún, me arrastró hacia arriba en la
avenida. Pasamos por el lugar donde mi vida había terminado, y sufrí una fuerte
tentación de ir a ver dónde estaba mi cuerpo, pero Ancel, aparte de tenerme
cogida del brazo, me recomendó –o amenazó–, que no lo hiciera.
Decidí obedecer por la curiosidad que sentía acerca de lo
que Ancel quería mostrarme, a pesar de que eso significara creerle. Una parte
de mí sabía que decía la verdad. De hecho, todas mis partes sabían que no
mentía. El problema era que una gran porción, destinada al orgullo, no quería
aceptar que no tenía razón.
Por otro lado me preguntaba si me iba a arrepentir. Ancel
había dicho que no quería que pensara mal de él después, y eso me hacía
cuestionarme si realmente era tan malo. Vale que ver cómo matan a alguien nunca
es agradable, pero tampoco sería tan malo observarlo desde aquí ¿no? Claro que
tampoco sabía qué significaba “aquí”.
Suspiré. Todo esto parecía reducirse a una sola cosa, pero
enseguida se tornaba en miles de pequeños detalles que eran imprescindibles
para entender y que, sin ellos, nada encajaba.
Ancel giró en una esquina que daba a un callejón oscuro, con
las paredes pintadas y la basura y restos de botellones tiradas a lo largo.
Si hubiese seguido con vida –tampoco es que me hubiese
metido aquí–, no vería nada, pero, siendo un fantasma o lo que fuera, todo era
claro. Las bolsas llenas de comida pasada, las botellas vacías y los graffitis
de las paredes resultaban completamente visibles.
Ancel me soltó y se detuvo de repente, por lo que faltó poco
para que chocara con él. Se volvió hacia mí.
–No hagas nada. Solo observa.
Y entonces pasó algo bastante extraño. Sus ojos se volvieron
totalmente blancos y su cuerpo se convirtió en humo. Noté el miedo que me
atenazaba, recordando la sensación de haberle perdido como guía y, digámoslo
también, compañero.
Sin embargo, esta vez me había advertido de que algo le
sucedería, y, ¿quién sabe lo que me podría pasar si me entrometía en lo que
quisiera que fuera lo que Ancel estaba haciendo?
En ese mismo instante, desapareció. Sin más. Solo, el humo
se disolvió, llevándose con él a Ancel.
Esperé unos segundos más, por si acaso me estaba gastando
una broma, pero había algo en el ambiente que me resultaba extraño, y algo en
mi interior me decía que no se trataba de ninguna burla.
Entonces algo resopló detrás de mí. Al girarme, vi un gran
caballo negro con unos insondables ojos del mismo color que su pelaje. Una crin
rizada le caía en cascada por el cuello, al igual que la cola. Las patas,
fuertes y resistentes, también iban adornadas por unos mechones de pelo.
Me observó desafiante, y casi pude ver la amenaza pintada en
su mirada. Iba ensillado, con brida, y de la primera colgaba una guadaña que me
sonaba bastante.
Me giré, buscando a Ancel, aunque sin quitar ojo de encima
al poderoso semental que parecía querer matarme. Y lo que vi me sorprendió.
Ancel ya no era como antes. Estaba en el callejón, en el
mismo lugar, pero ahora no era un espíritu, sino corpóreo. Era perfectamente
corpóreo y humano.
Sentí una punzada de celos mientras lo observaba acercarse.
Como todo el mundo real, parecía extrañamente lejano, aunque podía ver una
energía extraña manando de su cuerpo que no lo denotaba como persona.
Y el calor de esa energía me hizo ver cuánto poder poseía
Ancel realmente.
Se acercó con una sonrisa pícara en la boca.
–Es genial. ¡He conservado mi cuerpo! –Exclamó.
–¿Qué? –Fruncí el ceño. No tenía ni idea de lo que me estaba
hablando–. ¿Sabes? Si no me vas a contar nada, no lo hagas, pero después no
actúes como si me lo hubieras dicho. Es muy molesto.
Su sonrisa se acrecentó.
–Cuando me materializo suelo hacerlo con un cuerpo diferente
con el que tenía en vida. Es decir, robo la imagen de un cuerpo. Pero, por
alguna extraña razón, ahora he conservado el mío.
Su voz, normalmente fría e impasible, expresaba una euforia
verdaderamente contagiable. No obstante, yo tenía demasiadas preguntas.
–¿Y bien? ¿Cómo narices te has… materializado? ¿Y qué es
eso, ya que estamos?
–Quiere decir que me convierto en corpóreo, me permite ser
material y vagar por el plano terrestre –explicó–. Solo yo puedo hacerlo. Es la
única parte buena de…
Se calló de pronto, lo que me hizo pensar que no quería que
supiese lo que tenía un solo lado bueno, fuese lo que fuese. O quizá es que le
había dado otro flus, pero la mirada culpable que me echaba me hacía decantarme
por la primera opción.
–¿Y bien?
–Es igual –hizo un gesto con la mano.
Me crucé de brazos.
–No. Cuéntamelo.
–No hay tiempo.
Resoplé.
–Tenemos toda la eternidad por delante.
–Es en serio.
–Lo mío también –repuse–. No te dejaré hasta que me lo digas.
–Buena suerte –sonrió, esbozando todos sus dientes. No era
una sonrisa amistosa.
Apreté los labios y pegué los brazos a mis costados,
cerrando los puños. Conté mentalmente hasta diez, y, cuando lo hube hecho,
volví a hablar a Ancel.
–No te voy a dejar marchar hasta que me des respuestas.
–Mejor.
No pude preguntar a qué se refería con ello, porque se llevó
los dedos a la boca y silbó. El caballo negro que me seguía mirando mal se
acercó a Ancel y bajó la cabeza en señal de sumisión.
Ancel le habló al oído, por lo que no pude oír qué decía,
pero sabía que estaba relacionado conmigo.
El semental soltó un resoplido, pateó en el suelo y,
finalmente, se alejó de Ancel para ponerse entre ambos.
–Aunque no creo que puedas traspasar una barrera
espacio-temporal, por si acaso, Ares hará vigilancia. Yo que tú no me movería.
Él es una de las pocas cosas que te pueden causar daño aquí.
Abrí los ojos como platos de indignación.
–¿No confías en mí?
–Te conozco mejor de lo que crees, y tus impulsos suelen
conllevar estupideces.
Miré con odio a Ancel y luego a su caballo, quien ahora
parecía tener un brillo divertido en la mirada.
–No disfrutes tanto –le espeté por lo bajini.
Un movimiento al final del callejón llamó mi atención. Una
puerta trasera de algún bar se abrió, y de ella salió una figura que me
resultaba vagamente familiar.
Sacó un paquete de tabaco del bolsillo y, cuando se disponía
a encender un cigarrillo, Ancel hizo su aparición.
Misteriosamente, ahora llevaba una sudadera negra –que le
quedaba demasiado bien–, y la cara tapada por un pasamontañas.
Una fuerza sobrenatural invadió la callejuela, haciéndome
sentir un verdadero escalofrío. Ancel metió la mano en el cinturón de sus
vaqueros y extrajo una pistola.
No me hacía falta preguntar si estaba cargada. Lo sabía.
–Dame tu dinero –dijo con una voz que no era la suya.
La figura soltó el cigarro del susto, y en cuanto avanzó
unos pasos, pude reconocerle: el chico joven del parque. El que había provocado
no sé qué a Ancel.
A punto estuve de lanzarme hacia él, pero el semental giró
su cabeza amenazadoramente justo antes de que dijera algo. Recordé la amenaza
explícita de Ancel y me convencí para quedarme en el sitio, al margen de todo.
–No tengo –respondió el chico.
–Mientes –repuso Ancel. Pude notar cómo las comisuras de sus
labios se tornaban hacia arriba.
–Vete a la mierda.
Ancel soltó una sonora carcajada y, antes de que el muchacho
pudiera pestañear, una bala había penetrado en su corazón.
Cada vez más y más...te soy más que sincera,lo sabes,desearía poder leerlo de seguido,me lo.pide a gritos!!!!!
ResponderEliminarEstoy deseando saber más acerca de cómo funciona lo de ser la muerto para Ancel porque el vio al chico y sintió que le disparaban ...así es como sabe de que modo tiene que morir cada persona ? No, no? Porque seria como imposible!? NO NECESITO DORMIR NECESITO RESPUESTAS
ResponderEliminarPD: Me encanta! Sigue así ;)
NECESITO. MÁS. YA.
ResponderEliminarNo en serio, como no sigas pronto... Bueno, no soy tan buena como tú para las amenazas así que te copiaré la de que te tocará dormir con un ojo abierto.
Y ahora:
Te aplaudo, en serio, necesito que me enseñes, TODO, porque si quiero llegar a algo, ya me queda bastante para llegar a ti, esto es increíble, lo haces tan... ¿Real? No sé, pero me haces meterme en la historia de esa manera que solo los libros... los libros que tú y yo sabemos pueden hacerlo.
Cada vez vas a mejor (si eso es posible) y como sigas así, ya te estoy viendo con tu libro ya publicado y firmando autógrafos.
Increíble, como siempre.
La aparición del caballazo negro me ha dejado así *-* Dios, dios, sólo te faltaba eso, ponerme un caballo y encima negro. Es que de verdad, Bea. xD Te matooo :P síguelo y que sepas que no te hace falta revisarlo, está perfecto igualmente ^^
ResponderEliminarOh dioos! Me ha encantado, cada vez pones más intriga a la historia, y luego nos dejas en ascuas y encima con muchas más ganas de seguir con ella. OMG, necesito otro capítulo YAAAAA
ResponderEliminarPSD: Siento leerlo tan tarde, pero es que tenía muchos examenes esta semana y hasta hoy no tuve descanso...