¿Qué te parece la historia

miércoles, 12 de marzo de 2014

Capítulo 5.

Bien, tengo dos cosas que anunciar. La primera, es que el tercer libro de esta trilogía, ya tiene nombre. Se llamará: Terreno de Dios. Quedando así: Al otro lado de la ventana, El reinado de Satanás y Terreno de Dios. Y la segunda, es que quiero dar mi pésame a la familia de Iraila, quien falleció el lunes a causa de un cáncer.
Este capítulo no está revisado, lo siento :s Tres comentarios, por favor. ¡Gracias! Un saludo.

Va por ti, Iraila.

***
Capítulo 5.
Ancel, sin soltarme aún, me arrastró hacia arriba en la avenida. Pasamos por el lugar donde mi vida había terminado, y sufrí una fuerte tentación de ir a ver dónde estaba mi cuerpo, pero Ancel, aparte de tenerme cogida del brazo, me recomendó –o amenazó–, que no lo hiciera.
Decidí obedecer por la curiosidad que sentía acerca de lo que Ancel quería mostrarme, a pesar de que eso significara creerle. Una parte de mí sabía que decía la verdad. De hecho, todas mis partes sabían que no mentía. El problema era que una gran porción, destinada al orgullo, no quería aceptar que no tenía razón.
Por otro lado me preguntaba si me iba a arrepentir. Ancel había dicho que no quería que pensara mal de él después, y eso me hacía cuestionarme si realmente era tan malo. Vale que ver cómo matan a alguien nunca es agradable, pero tampoco sería tan malo observarlo desde aquí ¿no? Claro que tampoco sabía qué significaba “aquí”.
Suspiré. Todo esto parecía reducirse a una sola cosa, pero enseguida se tornaba en miles de pequeños detalles que eran imprescindibles para entender y que, sin ellos, nada encajaba.
Ancel giró en una esquina que daba a un callejón oscuro, con las paredes pintadas y la basura y restos de botellones tiradas a lo largo.
Si hubiese seguido con vida –tampoco es que me hubiese metido aquí–, no vería nada, pero, siendo un fantasma o lo que fuera, todo era claro. Las bolsas llenas de comida pasada, las botellas vacías y los graffitis de las paredes resultaban completamente visibles.
Ancel me soltó y se detuvo de repente, por lo que faltó poco para que chocara con él. Se volvió hacia mí.
–No hagas nada. Solo observa.
Y entonces pasó algo bastante extraño. Sus ojos se volvieron totalmente blancos y su cuerpo se convirtió en humo. Noté el miedo que me atenazaba, recordando la sensación de haberle perdido como guía y, digámoslo también, compañero.
Sin embargo, esta vez me había advertido de que algo le sucedería, y, ¿quién sabe lo que me podría pasar si me entrometía en lo que quisiera que fuera lo que Ancel estaba haciendo?
En ese mismo instante, desapareció. Sin más. Solo, el humo se disolvió, llevándose con él a Ancel.
Esperé unos segundos más, por si acaso me estaba gastando una broma, pero había algo en el ambiente que me resultaba extraño, y algo en mi interior me decía que no se trataba de ninguna burla.
Entonces algo resopló detrás de mí. Al girarme, vi un gran caballo negro con unos insondables ojos del mismo color que su pelaje. Una crin rizada le caía en cascada por el cuello, al igual que la cola. Las patas, fuertes y resistentes, también iban adornadas por unos mechones de pelo.
Me observó desafiante, y casi pude ver la amenaza pintada en su mirada. Iba ensillado, con brida, y de la primera colgaba una guadaña que me sonaba bastante.
Me giré, buscando a Ancel, aunque sin quitar ojo de encima al poderoso semental que parecía querer matarme. Y lo que vi me sorprendió.
Ancel ya no era como antes. Estaba en el callejón, en el mismo lugar, pero ahora no era un espíritu, sino corpóreo. Era perfectamente corpóreo y humano.
Sentí una punzada de celos mientras lo observaba acercarse. Como todo el mundo real, parecía extrañamente lejano, aunque podía ver una energía extraña manando de su cuerpo que no lo denotaba como persona.
Y el calor de esa energía me hizo ver cuánto poder poseía Ancel realmente.
Se acercó con una sonrisa pícara en la boca.
–Es genial. ¡He conservado mi cuerpo! –Exclamó.
–¿Qué? –Fruncí el ceño. No tenía ni idea de lo que me estaba hablando–. ¿Sabes? Si no me vas a contar nada, no lo hagas, pero después no actúes como si me lo hubieras dicho. Es muy molesto.
Su sonrisa se acrecentó.
–Cuando me materializo suelo hacerlo con un cuerpo diferente con el que tenía en vida. Es decir, robo la imagen de un cuerpo. Pero, por alguna extraña razón, ahora he conservado el mío.
Su voz, normalmente fría e impasible, expresaba una euforia verdaderamente contagiable. No obstante, yo tenía demasiadas preguntas.
–¿Y bien? ¿Cómo narices te has… materializado? ¿Y qué es eso, ya que estamos?
–Quiere decir que me convierto en corpóreo, me permite ser material y vagar por el plano terrestre –explicó–. Solo yo puedo hacerlo. Es la única parte buena de…
Se calló de pronto, lo que me hizo pensar que no quería que supiese lo que tenía un solo lado bueno, fuese lo que fuese. O quizá es que le había dado otro flus, pero la mirada culpable que me echaba me hacía decantarme por la primera opción.
–¿Y bien?
–Es igual –hizo un gesto con la mano.
Me crucé de brazos.
–No. Cuéntamelo.
–No hay tiempo.
Resoplé.
–Tenemos toda la eternidad por delante.
–Es en serio.
–Lo mío también –repuse–. No te dejaré hasta que me lo digas.
–Buena suerte –sonrió, esbozando todos sus dientes. No era una sonrisa amistosa.
Apreté los labios y pegué los brazos a mis costados, cerrando los puños. Conté mentalmente hasta diez, y, cuando lo hube hecho, volví a hablar a Ancel.
–No te voy a dejar marchar hasta que me des respuestas.
–Mejor.
No pude preguntar a qué se refería con ello, porque se llevó los dedos a la boca y silbó. El caballo negro que me seguía mirando mal se acercó a Ancel y bajó la cabeza en señal de sumisión.
Ancel le habló al oído, por lo que no pude oír qué decía, pero sabía que estaba relacionado conmigo.
El semental soltó un resoplido, pateó en el suelo y, finalmente, se alejó de Ancel para ponerse entre ambos.
–Aunque no creo que puedas traspasar una barrera espacio-temporal, por si acaso, Ares hará vigilancia. Yo que tú no me movería. Él es una de las pocas cosas que te pueden causar daño aquí.
Abrí los ojos como platos de indignación.
–¿No confías en mí?
–Te conozco mejor de lo que crees, y tus impulsos suelen conllevar estupideces.
Miré con odio a Ancel y luego a su caballo, quien ahora parecía tener un brillo divertido en la mirada.
–No disfrutes tanto –le espeté por lo bajini.
Un movimiento al final del callejón llamó mi atención. Una puerta trasera de algún bar se abrió, y de ella salió una figura que me resultaba vagamente familiar.
Sacó un paquete de tabaco del bolsillo y, cuando se disponía a encender un cigarrillo, Ancel hizo su aparición.
Misteriosamente, ahora llevaba una sudadera negra –que le quedaba demasiado bien–, y la cara tapada por un pasamontañas.
Una fuerza sobrenatural invadió la callejuela, haciéndome sentir un verdadero escalofrío. Ancel metió la mano en el cinturón de sus vaqueros y extrajo una pistola.
No me hacía falta preguntar si estaba cargada. Lo sabía.
–Dame tu dinero –dijo con una voz que no era la suya.
La figura soltó el cigarro del susto, y en cuanto avanzó unos pasos, pude reconocerle: el chico joven del parque. El que había provocado no sé qué a Ancel.
A punto estuve de lanzarme hacia él, pero el semental giró su cabeza amenazadoramente justo antes de que dijera algo. Recordé la amenaza explícita de Ancel y me convencí para quedarme en el sitio, al margen de todo.
–No tengo –respondió el chico.
–Mientes –repuso Ancel. Pude notar cómo las comisuras de sus labios se tornaban hacia arriba.
–Vete a la mierda.
Ancel soltó una sonora carcajada y, antes de que el muchacho pudiera pestañear, una bala había penetrado en su corazón.

5 comentarios:

  1. Cada vez más y más...te soy más que sincera,lo sabes,desearía poder leerlo de seguido,me lo.pide a gritos!!!!!

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  2. Estoy deseando saber más acerca de cómo funciona lo de ser la muerto para Ancel porque el vio al chico y sintió que le disparaban ...así es como sabe de que modo tiene que morir cada persona ? No, no? Porque seria como imposible!? NO NECESITO DORMIR NECESITO RESPUESTAS
    PD: Me encanta! Sigue así ;)

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  3. NECESITO. MÁS. YA.
    No en serio, como no sigas pronto... Bueno, no soy tan buena como tú para las amenazas así que te copiaré la de que te tocará dormir con un ojo abierto.
    Y ahora:
    Te aplaudo, en serio, necesito que me enseñes, TODO, porque si quiero llegar a algo, ya me queda bastante para llegar a ti, esto es increíble, lo haces tan... ¿Real? No sé, pero me haces meterme en la historia de esa manera que solo los libros... los libros que tú y yo sabemos pueden hacerlo.
    Cada vez vas a mejor (si eso es posible) y como sigas así, ya te estoy viendo con tu libro ya publicado y firmando autógrafos.
    Increíble, como siempre.

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  4. La aparición del caballazo negro me ha dejado así *-* Dios, dios, sólo te faltaba eso, ponerme un caballo y encima negro. Es que de verdad, Bea. xD Te matooo :P síguelo y que sepas que no te hace falta revisarlo, está perfecto igualmente ^^

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  5. Oh dioos! Me ha encantado, cada vez pones más intriga a la historia, y luego nos dejas en ascuas y encima con muchas más ganas de seguir con ella. OMG, necesito otro capítulo YAAAAA
    PSD: Siento leerlo tan tarde, pero es que tenía muchos examenes esta semana y hasta hoy no tuve descanso...

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